Kirchner y Taiana deberían ir a La Habana a cumbre de No Alineados (Emilio Marín en La Arena 31/8)

[Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>]

 

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editoriales

 

ARGENTINA TENDRÁ UN PERFIL DELIBERADAMENTE BAJO

En La Habana, más de cien

Países No Alineados dirán

que el Tercer Mundo vive

 

Los 115 países miembros del Movimiento de No Alineados realizarán su cumbre en la capital de Cuba. No sin gruesas diferencias internas, el tercermundismo dirá presente y hará reclamos a las grandes potencias. Lástima grande que Argentina sólo vaya como invitado.

EMILIO MARÍN

 

El 11 de setiembre próximo el aeropuerto internacional “José Martí” de La Habana será un hormiguero humano. Además del flujo de turistas que convirtieron al rubro en el que más ingresos aporta al país, por sobre el azúcar, estarán llegando delegaciones extranjeras para participar de la XIV Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (Mnoal).

En ese bloque tercermundista fundado oficialmente en 1961 en Belgrado militan hoy 115 países. En su reunión anterior, en 2003 en Malasia, acordaron verse las caras otra vez en 2006 en la mayor de las Antillas.

Uno de los aspectos formales de la reunión habanera es que la presidencia de turno pasará de aquella nación asiática a la anfitriona, que de ese modo habrá llegado por segunda vez a esa titularidad. Ya la desempeñó en 1979 por medio de Fidel Castro, que ahora está recuperándose de una operación de intestinos. Los medios del Grupo de Diarios de América, voceros de la reaccionaria Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), como “La Nación” de Buenos Aires, han expresado su temor de que el operado haga una apoteótica incursión por la sala de deliberaciones.

En su comunicación del 31 de julio, el líder enfermo que declinaba momentáneamente sus funciones en otros dirigentes, hizo un llamado especial para que se asegurara el éxito de la cumbre de No Alineados. Con Fidel o sin él presente, este compromiso fue tomado con toda la responsabilidad por su gobierno. En este momento, cuando faltan dos semanas, se informó que más de medio centenar de presidentes y jefes de gobierno estará en La Habana. Muchos de los viajeros tienen la secreta ilusión de ver una reaparición pública del legendario comandante que bajó de Sierra Maestra en enero de 1959.

En principio eso no será así, pues está previsto que la recuperación del enfermo demande más tiempo y recién pueda participar de los festejos por los 50 años del desembarco del “Granma”, el 2 de diciembre. Pero tratándose de Fidel, todo es posible, pese a que el Miami Herald ya lo sentenció con un cáncer terminal de intestinos como antes le diagnosticó otros tipos de cáncer, mal de Parkinson y enfermedades varias.

La sola llegada de tantos representantes internacionales implica una fuerte patada en el trasero a la administración Bush, empeñada en bloquear y agredir a Cuba tanto como las nueve administraciones anteriores. El resultado es el opuesto: pronto serán cerca de 2 millones de turistas los que lleguen anualmente a uno de los 18 aeropuertos internacionales de la isla. Y además de personas comunes, van en función política o comercial primeros ministros, presidentes, cancilleres, jeques, gobernadores, embajadores, empresarios, intelectuales, diputados, ministros, pastores, etc. En suma, que el bloqueo –aunque causa perjuicio económico directo al país- políticamente es más inútil que una corneta de avión.

 

Posibles resoluciones

Hace días que el canciller cubano Felipe Pérez Roque puso en manos de sus colegas del Mnoal el borrador de declaración para la reunión. Por lo que se filtró a la prensa, ese proyecto enfatiza la importancia del bloque como un factor que lucha en esta situación mundial contra las soluciones de fuerza por parte de la superpotencia norteamericana. Aboga en cambio, por el multilateralismo y el respeto a la legislación internacional para resolver los conflictos.

Detrás de esa letra hay que ver el espíritu de numerosos países –entre ellos los árabes, Venezuela y la misma Cuba- que condenaron la invasión pentagonista contra Irak al margen del Consejo de Seguridad de la ONU.

El documento plantea “promover y defender sus intereses comunes, así como la necesidad de fomentar la unidad y la solidaridad, la defensa de la paz y la seguridad internacionales, la cooperación sobre las bases del derecho internacional y el impulso al desarrollo sostenible de nuestros pueblos”.

Es casi un hecho que la “Declaración de La Habana” condenará la agresión militar que Israel perpetró desde junio último en Gaza y desde julio en El Líbano, con un altísimo costo humano y de destrucción material.

Se da también por descontado que Venezuela recibirá el aval de los concurrentes para su aspiración a sentarse durante un año como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad. Seguramente tal incorporación servirá de acicate para que los No Alineados insistan en sus reclamos a favor de una democratización de Naciones Unidas. Ellos quieren ampliar la base de representación de los cinco continentes en el Consejo y terminar con el veto de los Cinco miembros permanentes, que implica una práctica no democrática.

Los dueños de casa verán con agrado que los visitantes auspicien una resolución adversa al ilegal bloqueo estadounidense en vigencia desde febrero de 1962 y que ha provocado daños directos por 82.000 millones de dólares. Es un tema de actualidad, toda vez que la enfermedad del presidente cubano dio pie a nuevas provocaciones estadounidenses. Washington ya tiene designado a Caleb McCarry como el virrey que administraría la “transición” en La Habana como Paul Bremer lo hizo en Bagdad.

Cuba tiene hoy tres cosas importantes que ofrecer a la consideración de los visitantes: el programa de alfabetización “Yo sí puedo”, la formación masiva de médicos para atender a los sectores más humildes en el Tercer Mundo y su producción y ahorro de energía que dio en llamar “revolución energética”. Maestros, médicos y medidas para solucionar crisis energéticas son un aporte concreto a la humanidad. Sus males vecinos, en cambio, exportan recetas privatizadoras, comercio desigual, deuda externa, aviones F-16, misiles, marines y espías.

 

¿Argentina donde está?

La lógica indica que Argentina debería estar activamente en el Mnoal, al que se incorporó en la cumbre de Argel, en setiembre de 1973. Lo hizo por pedido del gobierno de Héctor Cámpora, consumado cuando el general Juan D. Perón había ganado las elecciones de ese año.

La dictadura militar congeló la participación en ese ámbito, acorde a su rol de peón en la guerra sucia, las operaciones de la CIA en Centroamérica y el “plan Cóndor”. Pero la guerra de Malvinas hizo que aún los militares del Proceso tuvieran que enviar delegados a reuniones de No Alineados (caso del dictador Reynaldo Bignone en Nueva Delhi, en marzo de 1983).

Con la vuelta a la democracia se reactivó el rol argentino en esas citas, al menos con Raúl Alfonsín, pero el hilo se cortó durante la presidencia de Menem. El riojano concurrió a Belgrado en 1989 pero dos años más tarde salió del Movimiento de No Alineados en sintonía fina con la Casa Blanca.

Es una vergüenza que los jefes de Estado posteriores, incluído Néstor Kirchner, no hayan pedido la readmisión como miembros plenos de ese espacio tercermundista. Recién ahora, para la XIV Cumbre, la cancillería ha anunciado que estará presente. Eso sí, para regocijo de “La Nación” y el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (Cari), el lobby diplomático proestadounidense, sólo tendrá estatus de “invitado”. Sobre 12 países sudamericanos, 8 son miembros plenos y 3 observadores (Brasil, Uruguay y Paraguay). Solamente Argentina está afuera y asistirá esta vez con una tarjeta de invitado, sólo apta para las ceremonias de apertura y cierre, sin derecho a voz ni a voto.

El Palacio San Martín no piensa en enviar un delegado de primer nivel. Simplemente ordenará al embajador Darío Alessandro que se dé una vuelta por la reunión, un rato al comienzo y otro en la clausura.

Lo correcto sería que viajaran el presidente Kirchner y el canciller Taiana, y que allí pidieran la membresía en el Mnoal, que dio sus primeros pasos en la conferencia de Bandung de 1955, con Tito, Nehru, Nasser y Chou En lai. Este debe ser nuestro lugar en el mundo, entre otras cosas para reclamar por la soberanía argentina en Malvinas.