MORDIENDOSE LA COLA, por Jorge Gómez Barata

[Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>]

Title: ISRAEL CONTRA LA PARED

MORDIENDOSE LA COLA

 

                                                                            Jorge Gómez Barata

 

Además de la guerra en el Líbano, Israel perdió credibilidad. Los países europeos vacilan ante los llamados para aportar tropas a la fuerzas de la ONU, no por temor a Hezbolá, sino porque están seguros de que Israel no respetará el alto al fuego.

El hecho de que Francia, ex metrópolis libanesa decline la responsabilidad de comandar la Fuerza de Paz, no indica temor o indiferencia, sino desconfianza y precaución para evitar colocarse en ruta de colisión con Israel.

A la falta de buena fe del Estado judío se unen las intencionadas imprecisiones y ambigüedades de la Resolución 1701 que, al no invocar el Capitulo VII de la Carta, no es obligatoria y no ordena crear una Fuerza de Paz, sino que alude a la ampliación numérica de los efectivos de la ONU, que estaban desplegado en el Líbano al amparo de una resolución anterior, adoptada en otra coyuntura y con objetivos diferentes.

De todas las reservas expuestas por los países, el argumento más contundente es la falta de precisión respecto al desarme de Hezbolá, un cascabel que nadie quisiera tener que poner al tigre.

A las complejidades derivadas de la estructura confesional de el Líbano, fenómeno que no puede ser ignorado a la hora de integrar las tropas, se suma la presencia en la región del ejército libanés, que desde hace alrededor de 40 años no estaba patrullaba esa zona y el entrometimiento de Israel, que  reclama potestad para vetar a algunos países que han respondido positivamente al llamado para aportar tropas al contingente.

La agresión israelí al Líbano ha vuelto a poner de manifiesto la habitual permisividad de la ONU que emite una resolución tras otra, sin lograr que Israel observe ninguna y sin que de ello se deriven consecuencias para el Estado hebreo, que actúa al amparo de la fuerza bruta, respaldado por sus poderosos aliados.

Si bien los fundadores de la ONU legislaron cuidadosamente lo relativo a la aplicación de la fuerza, adoptaron el Capitulo VII que provee la base jurídica para hacer obligatorios los acuerdos, habilitaron al Consejo de Seguridad para decidir al respecto y reglamentaron la formula del veto, hubo problemas que no pudieron solucionar.

Aunque la Carta previó que la organización dispondría de fuerzas regulares al mando del Comité de Estado Mayor, integrado por los jefes de Estado Mayor de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad o sus representantes, las contradicciones asociadas a la Guerra Fría, hicieron imposible poner en práctica tales acuerdos y lo relativo a las fuerzas militares quedó sin resolver.

No obstante, ello no paralizó a la ONU, que en 1949 cuando con la proclamación del Estado de Israel, se desató el primer conflicto árabe-israelí, en su primera operación relacionada con el mantenimiento de la paz, envió a la zona al mediador Folke Bernardotte, quien alcanzó una tregua y se convirtió en el primer mártir de la ONU al ser asesinado por un comando terrorista israelí en Jerusalén.

Un año después, mediante una extraña maniobra, en el Consejo de Seguridad, estando la Unión Soviética voluntariamente ausente, se sometió a votación la resolución que amparó la intervención de tropas norteamericana en Corea, donde se libró una cruenta y dilatada guerra de carácter típicamente imperialista, bajo la bandera de Naciones Unidas.

Desde entonces parecía haber quedado claro lo difícil que para la ONU resulta imponer la paz o actuar como garante de la misma, cuando una de las partes no está sinceramente interesada en la solución del conflicto, historia que volvió a repetirse en 1991 cuando, ante la anexión de Kuwait por parte de Irak, el  Consejo de Seguridad resolvió “Usar todos los medios necesarios", para obligar a Saddan Hussein a retirarse.

A lo largo de su existencia, con diligencia y eficacia aceptable, la ONU ha desplegado tropas bajo su bandera en más de de cincuenta ocasiones en las que han participado alrededor de un millón de efectivos de 110 países. Nunca, ni siquiera se ha mencionado la necesidad de enviar aunque fueran observadores a Israel de donde realmente han partido las agresiones que generan las guerras y mantienen un perenne estado de beligerancia en la región.

La integración de la fuerza multinacional para el Líbano puede demorar meses, entre otras cosas, porque le conviene a Israel, respaldado y ahora también temido por sus aliados y sus mecenas.