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  • To: "potero" <potero@rhc.cu>
  • Subject: Intrusiones Trasatlánticas, por Manuel E. Yepe
  • From: Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>
  • Date: Fri, 4 May 2007 16:07:44 -0400

Title: La política de activismo “disidente”, que enraíza en Miami y en Washington mucho más que en La Habana, ha desempeñado también un papel importante como base de sustentación de las tensiones que han afectado la normalidad de las relaciones entre Europa y

INTRUSIONES TRASATLANTICAS

 

Por Manuel E. Yepe *

 

La política de activismo “disidente” contra la revolución cubana que ha desarrollado la Oficina de Intereses de Estados Unidos de América  en La Habana, ha desempeñado también un papel importante como base de  sustentación de las tensiones que afectan las relaciones entre Europa y Cuba, en interés de la estrategia estadounidense contra la isla.

Aunque, en última instancia, las discordancias entre los países europeos y Cuba derivan de contradicciones propias del enfrentamiento entre países ricos y países pobres –o entre Norte y Su, como se ha dado en llamar al fenómeno- es incuestionable que el carácter anticapitalista del modelo sociopolítico cubano genera un odio especial en los países regidos por el gran capital.  

De modo que hay que empezar por reconocer que las disparidades entre Europa y La Habana tienen un carácter objetivo, independientemente de la influencia nociva que logre ejercer Washington en esas relaciones.

En las actuales circunstancias, con la cúpula del poder detentada por la extrema derecha neoconservadora, la Casa Blanca ha intensificado la presión sobre sus aliados en este sentido y, aunque sin los resultados esperados, no le han faltado logros coyunturales.

Una muestra reciente de esta intromisión aparece en los acuerdos de la cumbre bilateral entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) celebrada en Washington el primero de mayo de 2007, en cuya declaración política final se incluyó un mención de “respaldo al pueblo cubano en la medida que trate de ejercer sus derechos humanos y la libertad de prensa y expresión”.

Coincidiendo con el veto que ejerció contra un proyecto de ley aprobado por el Congreso de su país que programa la retirada de Irak de las tropas estadounidenses para así poner fin a la masacre que llevan a cabo allí y con la violenta represión de pacíficas manifestaciones de inmigrantes en varias ciudades estadounidense, el presidente de EEUU -en rueda de prensa conjunta con la canciller alemana y presidenta de turno de la Unión Europea- indicó que durante la cumbre citada hablaron sobre Cuba y la importancia de que tenga una sociedad libre que respete los derechos humanos, la dignidad y la ley.

Un importante papel en la dinámica de la política de Washington dirigida a obstaculizar la relaciones de Cuba con Europa ha sido el desempeñado por el político español de extrema derecha José  María  Aznar, desde los tiempos en que desempeñaba la jefatura del  gobierno  hispano con una política exterior firmemente asentada en servil alianza con la superpotencia, a despecho de una orientación más equilibrada de la corona española.

El hecho de que varios gobiernos del viejo continente se vieran constreñidos, por obvias razones de sus intereses nacionales, a negar pleno apoyo a las aventuras bélicas estadounidenses en Afganistán y luego en Irak, incrementó el valor político del apoyo a Estados Unidos en la condena a Cuba por supuestos abusos de los derechos humanos.

El gesto europeo -del que Aznar era abanderado- vino a representar, una oportuna compensación a Washington por aquel agravio mediante una concesión, coyunturalmente viable para Europa -por tratarse de un asunto no vital para el continente- y provechosa para la Casa Blanca como atenuante del aislamiento de su política agresiva contra Cuba.

La operación alcanzó una connotación muy significativa a partir de los acontecimientos que se suscitaron cuando, en 2003, la oficina de intereses de Estados Unidos en La Habana lanzó una política de abierta utilización de “disidentes” retribuidos en actividades delictivas que obligaran a su represión, combinada con otra de promoción de secuestros de aviones y barcos que simularan el inicio de un éxodo masivo contra el que la superpotencia había anunciado que tomaría represalias.

Tergiversados y manipulados los hechos, se incorporó a la campaña de propaganda contra Cuba el tema del “apresamiento de 75 disidentes y fusilamiento de otros 3”, del que derivaron infinidad de acciones publicitarias, magnificadas con los grandes recursos mediáticos que mueve Estados Unidos y que han servido hasta hoy como “argumentos” para las sanciones políticas y diplomáticas de la posición común europea contra Cuba.

Tal posición común sobrevivió el escollo de la defenestración en las urnas de Aznar por el pueblo español, debido esto último, en medida decisiva, a su incondicional apoyo a las prácticas belicistas del presidente Bush.

Dado el complejo entretejido de la maquinación, Washington ha sido  capaz de mantener vigentes ciertos compromisos de apoyo europeo, explícito o virtual, a su cruzada contra Cuba, no obstante el hecho de que su agente principal para el tema en la región, José María Aznar, perdiera la condición de jefe del gobierno español.

Han favorecido esta continuidad la influencia y permanencia en algunos cargos de la Unión Europea de varios funcionarios promovidos en la organización multinacional por Aznar desde la alta posición española que desempeñaba. También han aportado a ello algunos personajes que los servicios secretos de Estados Unidos utilizaron durante los procesos antisocialistas en Europa del Este, como los expresidentes polacos Lech Walesa y Aleksander Kwasniewski, y el checo Vaclav Havel.

Desde diciembre de 1996, fecha en que la Unión Europa se alineó con Estados Unidos para exigir a Cuba “progresos tangibles en la vía de una transición pacífica hacia el pluralismo democrático” para dar nacimiento a la posición común europea, Aznar -recién electo entonces jefe del gobierno español- fue el pilar de esta política exterior de la Unión Europea hacia Cuba: una posición común muy singular, porque pretende imponer condiciones que no se aplican a las demás naciones con que tiene relaciones.

En junio de 2003, por iniciativa de Aznar, la Unión Europea decidió aplicar sanciones políticas y diplomáticas a Cuba  a causa de la “situación de los derechos humanos”, una acusación que solo tenia antecedente en las mociones que los Estados Unidos venían presentando cada año desde 1987 en la antigua Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas con sede en Ginebra. Desacreditada por la utilización que de ella hacían las naciones ricas contra los países del tercer mundo, esta Comisión fue remplazada en mayo de 2006 por un nuevo Consejo de Derechos Humanos.

Pero el abultado expediente de violaciones de los derechos humanos que ha ido acumulando Estados Unidos hace cada vez más engorroso acusar a Cuba de supuestas violaciones imposibles de probar, e ignorar al mismo tiempo evidentes ignominias como las de Abu Grahib, Guantánamo y la frontera con México, por no mencionar los cientos de millares de muertes de civiles inocentes en Afganistán, Irak y tantos otros “oscuros rincones del mundo”.

Tampoco contribuyen a ello los informes de Amnistía Internacional sobre la situación de los derechos humanos en el seno de los países que integran la Unión Europea porque revelan que en ellos existe una situación mucho mas grave que la que, a partir de infundadas acusaciones concebidas en Miami, se imputa a Cuba.

Es obvio que todo ello hace cada vez más insostenible esta forma de intromisión estadounidense en asuntos y vínculos que sólo debían ser de la incumbencia de Europa y Cuba.

La visita a La Habana  en abril de 2007 del  Ministro  de  Relaciones  Exteriores  de  España, Miguel  Ángel  Moratinos, fue vista, tanto por la Casa Blanca como por los grupos radicales de derecha de cubanos en Miami que sirven a sus intereses, como una amenaza para el tinglado de la política contra el desarrollo normal de las relaciones de Europa con Cuba.

Es fácil comprender que España, por su condición de ex metrópoli colonial y su analogía étnica y lingüística con nuestros países, ocupa una posición de ventaja para ejercer una potencial función de enlace entre  de las naciones europeas y las de la América hispana.

El hecho de que el encargado de la política exterior de España haga ver, con su visita, que su país se desmarca de una política de Washington contra Cuba a la que el continente europeo de hecho se sumara a partir de una iniciativa del gobierno  de España, es interpretado por el “exilio cubano”, según medios de prensa de Miami que habitualmente reflejan sus criterios, como presagio de una indeseable vuelta a la objetividad en las relaciones de Europa con Cuba.

Agrava para ellos la situación el hecho de que la imagen del ex jefe de gobierno español, Aznar, ha seguido deteriorándose a raíz de su aceptación de nuevas torpes encomiendas del Presidente George W. Bush, como la de actuar como promotor de campañas contra todos los gobiernos latinoamericanos que el gobierno de Estados Unidos tiene en su lista negra.

Con financiamiento de Washington, Aznar ha creado una Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), dedicada a combatir los gobiernos de Cuba, Venezuela y Bolivia, a los que, según se prevé, serán incorporados algunos otros a corto y mediano plazo.

Los líderes y voceros del “exilio cubano” de Miami han reaccionado “violentamente” a la visita del Canciller hispano a La Habana. Han declarado un embargo -que difícilmente podrán soportar ellos mismos por mucho tiempo- al consumo de chorizos, turrones, brandy, sidra y otros productos importados de España.

Como tantas otras políticas de la superpotencia americana, los manejos dirigidos a perjudicar las relaciones entre Europa y Cuba tienden a hacerse insostenibles. La extrema derecha de la comunidad de cubanos residentes en Estados Unidos teme que si esta arista del negocio de la contrarrevolución se viene abajo, la crisis que se encima sobre la extrema derecha neoconservadora que actualmente detenta el poder en Estados Unidos, repercuta para ellos como una debacle total.

 

*Manuel E. Yepe Menéndez es abogado, economista y politólogo. Se desempeña como Profesor en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana. Fue Embajador de Cuba, Director General de la Agencia Latinoamericana de Noticias Prensa Latina,  Vicepresidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión, Director Nacional fundador del Sistema de Información Tecnológica (TIPS) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Cuba y Secretario del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos.

 

Mayo de 2007

 

 

 


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