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Por favor no confundir:

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN DE LOS MEDIOS

NO ES LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN DE LOS PUEBLOS

 

Texto: Alberto Maldonado S. –  Periodista

 

No me gusta hablar en primera persona; pero debo hacerlo. Colegas, amigos, conocidos, me han consultado, casi como que tengo la obligación de decir que si; que yo "debo ser" uno de los críticos del Presidente Rafael Correa, por sus "agravios" contra "la libertad de expresión, contra los periodistas y los medios" (de comunicación)

 

La tal obligación se me adjudica por haber sido largos años, redactor de planta de medios impresos de la comunicación y por haber sido dirigente gremial de los periodistas ecuatorianos, igualmente por algunos años. Pero, precisamente por eso, parodiando a José Martí, debo decir que no estoy de acuerdo con esas imputaciones "por conocer al monstruo, por haber vivido en sus entrañas".

 

¿Ha sido agredida la libertad de expresión?

 

Pero, para ir en orden, primero debemos preguntarnos si el Presidente Correa ha transgredido la libertad de expresión. Veamos:

 

Sin que por lo que vamos a decir, aceptemos que los medios de comunicación son la "representación viva" de la libertad de expresión; sin embargo, podríamos aceptar que estaríamos frente a un gobierno autoritario si se hubiesen dado algunos de estos indicios o síntomas: que haya ordenado el cierre de algún medio de comunicación, la confiscación de sus equipos y el allanamiento de sus locales; o haya ordenado la detención de su director o de sus editores y periodistas; o que estos estén siendo perseguidos o intimidados; o que se haya dispuesto alguna medida fiscal o excluyente en contra de un periódico, un canal de televisión o una estación de radio. Si no hay nada de esto, pues entonces ¿de qué ataque, o por lo menos de qué empujón, contra la libertad de expresión, estamos hablando?

 

¿Y los insultos? me argumentan y me recuerdan: ¡Pero es que Correa ha llamado a una periodista de El Universo GORDITA HORROROSA;   y a los periodistas en general, BESTIAS SALVAJES!

 

Yo pienso que a la "compañerita" debe haberle disgustado mucho eso de gordita. En estos tiempos de estética anoréxica, que a una mujer joven le digan gordita, si que debe haberle dolido. Pero le queda el consuelo de que el colombiano Botero ha reivindicado mundialmente a las chicas pasadas de kilos, con sus esculturas y pinturas muy bien rellenitas. Y también que Correa dijo GORDITA, con cariño, ya que pudo haber dicho GOR-DA,   a secas, lo cual si pudo haberse considerado como una grosería.

 

En cuanto a lo de bestias salvajes; pues, a quién no le han dicho, eufóricamente inclusive, ¡Qué bestia! como expresión admirativa, de gran simpatía. Por lo menos el Paco Velasco, de La Luna, lo emplea con frecuencia con sus interlocutores de turno; y estos como que no se molestan. Lo de salvaje puede ser tomado como que algunos todavía están en estado puro, que reaccionan ante la vida en forma primitiva, instintiva (en defensa del amo, se entiende) Pero, a los periodistas que la expresión les chante, les queda el derecho a enjuiciar al Presidente por injurias. Igual, si se sienten mediocres, charlatanes, mentirosos. Pueden unirse a la denuncia presentada por el diputado exdigno ( conste que no digo indigno) Alonzo Mora (creo que se llama) que ya presentó su denuncia ante la Fiscalía General, que para eso le nombraron (al Fiscal General).

 

Pero, sigo sosteniendo que esas y otras expresiones del Presidente Correa tienen nada de violación de la libertad de expresión. Más bien son todo lo contrario: el Jefe de Estado ha hecho uso de este derecho ya que sus críticos mediáticos le han dicho de todo. Entonces, la pregunta es: ¿por qué Correa no puede "reciprocar" a sus adversarios si estos le han dicho lindezas?

 

Lo que yo si considero un error es que el Presidente, que al parecer es muy expresivo e impulsivo, de esos "ñaños monos" (oriundo de Guayaquil) que no se aguantan nada, pues esté cayendo en la trampa, eso que el Pajaro Febres Cordero tituló "Jalalalengua": con sus improntos, les da piola precisamente a esos loros para que dediquen sus espacios y su labia a "protestar por los agravios" y a condenar la "conducta antidemocrática" del Presidente (ellos se creen la representación viva de la democracia) De esta manera, encuentran justificación para aplicarle la vieja práctica de tratar de ignorarlo (al Presidente y su Gobierno) de las primeras planas o espacios informativos preferenciales; de minimizarlo. Pero, la machacona insistencia en los agravios, supuestos o reales, bien puede estar minando en algunas gentes de buena fe, la buena imagen del Presidente, como alguien que quiere hacer y forjar un Ecuador diferente, menos inequitativo, más solidario, digno.

 

La libertad de expresión de los medios

 

De vuelta a la pregunta del primer párrafo, yo sostengo que, en esta confrontación, ha aflorado una vieja y muy estudiada confusión: una cosa es que los medios de comunicación establecidos tengan derecho a ejercer "su" libertad de expresión; y otra, diametralmente opuesta, es que ellos pretendan ser sus representantes, sus apoderados, sus dueños.

 

Mientras vivamos bajo este sistema , los periódicos, radios y canales de televisión, tal como los conocemos, tienen pleno derecho a difundir sus mensajes de conformidad con sus objetivos (especialmente empresariales) sus simpatías o antipatías, sus compromisos ideológicos, religiosos, políticos; su dependencia económica y financiera (accionistas y/o publicidad) Supuestamente (y por propia confesión) deben también someterse a mínimos éticos, en cuanto a respetar la dignidad y el buen nombre de las personas, y a un acercamiento a la verdad, a la realidad.

 

Pero no pueden declararse independientes porque la tal independencia no existe en la sociedad. Si, por ejemplo, un canal de televisión es de propiedad de un banco, la orientación de sus mensajes, así sean dichos por sus periodistas estrellas (o estrellados) debe responder a esa coyuntura. Y esto lo hemos visto en la actitud de Teleamazonas (Canal 4 de Quito, propiedad del dueño del Banco Pichincha) frente al intento gubernamental de por lo menos regular la insaciable voracidad de los bancos.

 

Queda claro, entonces, que los medios de difusión del sistema tienen pleno derecho a SU libertad de expresión, mucho más cerca de la libertad de empresa (invertir para ganar, mientras más, mejor) y más atinente al neoliberalismo. Pero ese derecho debería ser explícitamente comunicado a los perceptores, como la publicidad del cigarrillo, que advierte que fumar puede ser perjudicial para la salud de los fumadores activos y pasivos. El lector de un diario, por ejemplo, quedaría advertido de que el medio es vocero y dependiente de tal Banco o de tal empresario o de tal político, ligado a tales sectores; y si lo lee, bueno ya ese es su problema. Los canales de la televisión, antes y después de cada programa, deberían por lo menos identificarse con sus dependencias y adherir letreros como este: ver telenovelas puede causarle problemas de salud mental; o Jorge Ortiz es más "derechoso" que su jefe; o si las peroratas del Sr. Baquerizo le ocasionan retortijones estomacales, cambie rápidamente de canal o consulte con su psicólogo.

 

Pero, por favor, que no nos digan que representan a la libertad de expresión, esa que físicamente es imposible de ser ejecutada por ningún medio de comunicación establecido, ni siquiera por todos juntos. Y que si empresarialmente se identifican con la democracia representativa, o la política social de mercado, la globalización, la inversión,   la propiedad y la empresa privadas, sin límites, y más imposturas de este jaez, pues que se identifiquen como tales en sus cintillos de créditos y no pretendan pasar por independientes, por neutrales y más.

 

En la práctica de todos los días, los medios de difusión aplican desde hace tiempos su propia libertad de expresión. Desde luego, cada uno lo hace a su manera y de acuerdo a sus propias políticas empresariales o a sus compromisos internacionales, en alto porcentaje con enormes transnacionales made in USA o a los acordes de la no menos siniestra Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) Por ello es que se dan variaciones sobre temas y subtemas, locales o externos. Para unos, la pobreza y la miseria se explican por una irremediable tendencia a la vagancia y la ineptitud (tesis del doctor Oswaldo Hurtado) y cuando se argumenta que, solo en Ecuador, a pesar de sus potencialidades en agroalimentación,  no menos de un millón de niños sufre de desnutrición, la respuesta es otra cínica pregunta: ¡A caray, ¿y por qué será esa falta de apetito? Otros se guían por la lógica del Banco Mundial, que registra unos estudios sobre estos temas, muy contundentes; pero que no se explica el porqué persiste el problema si ellos otorgan préstamos precisamente para el desarrollo económico y social de los pueblos.

 

Una táctica muy conocida: negar lo innegable

 

En lo que si son monocordes, es en el tratamiento que dan a temas o movimientos que cuestionan el sistema político, económico y social imperante.  

 

Todos los que éramos jóvenes en los años 60 – 70 recordamos todo lo que los diarios y algunas radioemisoras decían de la Unión Soviética (que en paz descanse) y los países de "la órbita comunista" La consigna, que venía de las agencias internacionales y de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) era muy pragmática: evitar en lo posible toda información que sea positiva; o, si ello no era evitable, darle un sitio de menor cuantía y siempre adherida a alguna duda. En cambio, magnificar todo lo negativo, especialmente esas enormes mentiras que circularon por el mundo entero: que los soviéticos se comían crudos a los guaguas; que los cristianos eran cazados como ratas donde los encontraban; que como nadie era dueño de nada, podían desvestirle en media calle.

 

A raíz del triunfo de la revolución cubana (1959), esta pasó a ser el blanco de toda una estrategia madurada y ejecutada desde el imperio. Hay un registro de todas las barbaridades y mentiras que se han dicho (y que se repiten todos los días) sobre este país, por haber cometido el "crimen" de haberse dado su propio sistema económico, político y social y haber desterrado (ojalá que para siempre) el sistema imperante en el resto de países de América Latina. Invasiones, terrorismo, intentos de asesinato de su líder, Fidel Castro (más de 600) y, lo más execrable, el criminal bloqueo que mantiene el imperio contra la isla desde hace 46 años; bloqueo que ha sido condenado en los últimos tiempos, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, por amplísimas mayorías. Pero los medios de comunicación establecidos (prensa escrita, radios y canales de televisión, con honrosas excepciones) poco o nada dicen de este vergonzoso y criminal bloqueo; un bloqueo pondría de rodillas a cualquiera de los gobiernos "democráticos" del continente, en un mes; no digamos en 46 años.

 

En este despliegue de la clase de libertad de expresión que ejercen los mass media del sistema, podrían escribirse (de hecho, ya se han escrito) muchas carillas. Pero como ese no es nuestro propósito, solo señalaremos unos cuantos casos recientes:

 

¿Ustedes leyeron en nuestros periódicos o escucharon en la radio o la televisión, que Cuba, en el 2006, a pesar de todas las dificultades que tiene y del perverso boicot yanqui, fue el país de América Latina que más creció ( 12.5%)?

 

¿Ustedes han sido informados que, según el norteamericano Michael Moore, Cuba tiene un sistema de salud pública, integral y gratuita, mucho mejor que Canadá y Estados Unidos?

 

¿Ustedes saben, por haberlo difundido los medios del sistema, que Cuba registra, en educación primaria y secundaria, rendimientos mejores que muchos países del llamado primer mundo, especialmente en matemáticas, lenguaje, historia y geografía?

 

¿Están enterados ustedes que Cuba, a pesar de todos los pesares y penurias que el imperio le impone, registra un consumo diario de calorías por encima del mínimo ( 2.100) que establece la Organización Mundial de la Salud, para que una persona, especialmente niños y jóvenes, puedan tener un desarrollo y una vida activa y productiva? (En el Ecuador, el promedio, especialmente en niños y niñas, está muy por debajo de este mínimo)

 

¿Han leído ustedes, en los "campeones de la libertad de expresión", que Cuba y Venezuela han asistido a miles de pobres latinoamericanos con asistencia oftalmológica, sin que les cueste un centavo; y que el proyecto sigue adelante con miles más, mediante clínicas equipadas en nuestros países? (Ecuador tiene dos)

 

¿Los campeones de la libertad de información INFORMAN que en Venezuela, las misiones están llegando con escuelas, centros de salud, empleo, a los sectores marginales del campo y la ciudad?

 

En estos días (julio/2007), de pronto, la CNN y sus comparsas televisivos locales, informaron que Raúl Castro había presidido los actos de celebración de los 54 años del ataque al cuartel Moncada (1953) que fue el inicio de la revolución que triunfaría 5 años después. Pensé que tal vez, en un inusitado acto de decencia, los medios establecidos informaban un acto de masas como pocos pueblos pueden hacerlo y de reafirmación de los principios esenciales de la revolución cubana. Pero no. La nota informativa decía que "por primera vez en 47 años, de esta fiesta cívica, había estado ausente Fidel Castro, cuya salud "sigue siendo un misterio" Y los diarios publicaron un espacio discreto, pero con unas coletillas de un supuesto "cubanólogo", residente en Miami, desde luego, que insistía en que "están esperando que muera Fidel para ir a la transición democrática, patrocinada y financiada por el gran imperio"

 

En el caso ecuatoriano, lo que los mass media están canalizando es un pausado pero persistente deterioro de la personalidad del Presidente Correa, especialmente para tratar de neutralizar la posibilidad de que en las elecciones de asambleístas, previstas para septiembre 30, pueda su movimiento político y otros afines, copar, mediante una amplia mayoría, esta instancia de poder político. Así, podrán boicotear cualquier posibilidad de cambio estructural, por más parcial que este sea.

 

Y en ese contexto, cualquier motivación vale. En este caso, proclamarse como la quinta esencia de la libertad de expresión. Y cualquier crítica u objeción, especialmente si viene del Jefe de Estado, pues hay que satanizarla. Y qué mejor que sindicarle como un enemigo de este derecho universal.

 

Pero ya los pueblos, por lo menos de América Latina, van despertando a realidades, a verdades que no pueden ser ocultadas ni siquiera por la magia de la televisión basura. Los pueblos, desde hace décadas, no creen en las mentiras contra Cuba; y tienen en Fidel, una figura popular y legendaria de lo que es un revolucionario a carta cabal. Tampoco creen en las mentiras contra Chávez y su revolución bolivariana. Poco a poco se va develando que se trata de un movimiento político y social que trata de reivindicar a millones de pobres y extremadamente pobres que vivían en un país petrolero; pero que esa riqueza se evaporaba entre las transnacionales que lo explotaban y los grupos de poder, mejor llamados oligarcas.

 

Pienso que tampoco podrán contra Rafael Correa, el joven presidente que ha roto con el pasado, que quiere romper con el presente y que promete a mediano y largo plazo, hacer del Ecuador, un país en el que sea grato vivir.  

 

 

 

 

  

 

 

 

  

   

 

 

 

 


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