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  • To: "potero" <potero@rhc.cu>
  • Subject: Fraude en México
  • From: Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>
  • Date: Thu, 13 Jul 2006 11:42:28 -0400

Title: LaJornada, México, D

LaJornada, México, D.F., miércoles 12 de julio de 2006

La escenografía de la usurpación

* Deslinde oportuno de la Universidad Nacional
* Cómplices del fraude y voces del poder mediático

 

El ritual de la usurpación como escenografía de la democracia, construidas ambas por el Partido Acción Nacional -y los voceros del poder que en esta ocasión están de su lado- se ha venido desmoronando poco a poco sin lograr mantener la teoría de la mentira sustentable.

Para sostener sus falacias, es decir, para apuntalarlas, los azules han echado mano de todo, desde los jóvenes fascistas (es descripción, no calificativo) que intentan defenderlas a partir del embrollo jurídico, hasta la penosa compra de voluntades caprichosas que buscar apoyarlas para que no se derrumben.

Pero no todo cabe en el saco, inmenso, eso sí, del engaño. Para el ritual de la usurpación también todo estaba preparado.

Las voces del poder mediático lo declararon "presidente" electo, luego el imperio trasnacional se dejó escuchar, incluso antes que el grito de júbilo de la ultraderecha complacida de este país, y después, para rematar, el cinismo que tiñe de azul a las instituciones, elevó la falacia a grado de verdad de radio y televisión, con una declaración absurda de inocencia. Pero en ese momento algo se quebró.

La Universidad Nacional Autónoma de México, a la que trataron de utilizar para limpiarle la cara al IFE, dado que se hallaba supuestamente involucrada en el conteo de votos -así nos lo hicieron creer-, dio un manotazo en la mesa y explicó sin mayor ruido que ellos, la oficina encargada de los asuntos de computación, nada tuvieron que ver con el cochinero en el IFE (esto último es nuestro).

El deslinde oportuno de la UNAM alimenta la razón de muchos que entienden o saben que el fraude en contra de López Obrador se efectúo en todos los ámbitos de la elección.

Para la UNAM hubiera sido muy fácil servir de cómplice a quienes se han declarado, ilegalmente, triunfadores en los comicios. Total, unirse al usurpador representa menos problemas que desvelar una verdad que en nada beneficiará a los falaces.

No obstante, seguir por el camino de la farsa hubiera convertido a la máxima casa de estudios en otro cómplice de gente con la reputación de Elba Esther Gordillo, quien se ha transformado en hada madrina de Felipe el usurpador.

En ese sentido, habrá que tener en cuenta que los lazos de Elba Esther Gordillo con el gobierno de Vicente Fox, y principalmente con Marta Sahagún, se fueron haciendo más fuertes conforme la maestra se convertía en enemiga del PRI de Roberto Madrazo.

Ese vínculo es el que ahora utilizará a Calderón, como ya lo utilizan casi la totalidad de medios electrónicos. A fin de cuentas todo el chanchullo lo hicieron para que, en algún momento, les redituara en fuerza económica y, desde luego, poder político.

Así las cosas, para esos grupos el conteo voto por voto no es más que el suicidio y esa opción aún no está contemplada en los planes de Acción Nacional.

De otra manera, los más dispuestos a la apertura de los paquetes electorales y al conteo voto por voto deberían ser los panistas, pero su negativa, clara y contundente, sólo presagia que la mentira y la trampa podrían quedar al descubierto.

Por lo pronto, hasta donde va el proceso de elección de nuevo presidente para México, ya dejó algunos decesos, entre ellos, principalmente, la credibilidad del IFE, que muy probablemente nunca más sea confiable, y luego las voces de muchos medios electrónicos a los que ya no les dan crédito ni sus propios patrones.

La recomposición del aparato electoral y una nueva ley para los medios masivos será la urgencia de muchos millones de personas que no estarán conformes con otro foxilandia que los pisotee. Así son las cosas.

ciudadperdida_2000@yahoo.com.mx * ciudadangel@hotmail.com

Pablo González Casanova

Esta no es democracia

Si razonamos y hablamos con exactitud podemos decir que ésta no es democracia. A lo más es un camino en que si el pueblo se organiza y lucha pacíficamente en defensa del sufragio efectivo, puede lograr que se reconozcan las irregularidades de las elecciones del 2 de julio y que éstas se revisen e incluso que las elecciones se anulen.

Más difícil parece que se esclarezcan de tal modo que no haya lugar a dudas sobre López Obrador como el candidato triunfante, y que así lo acepten el PRI y el PAN, la Presidencia de la República, la patronal y las antiguas y nuevas metrópolis de Washington y Madrid, con poderosos aliados y subordinados, y con los "medios de masas" que ya proclamaron su gloriosa victoria.

Las elecciones de 2006 no son unas "elecciones de Estado" como las anteriores, sino el nuevo tipo de elecciones del Estado-Mundo, trasnacional y emergente que cuenta entre sus "nódulos" o colaboradores asociados y subordinados, a numerosos estados y regímenes políticos de las metrópolis y de las periferias.

Todos los estados y regímenes políticos del mundo se encuentran desde l972-80 (desde Pinochet, Reagan y la Thatcher) en proceso de desestructuración y restructuración funcional. El objetivo final del nuevo modo o modelo de dominación y acumulación es lograr algo que combina lo funcional con lo dialéctico y con lo práctico, y a lo que los nuevos "expertos" llaman "gobernanza". Por "gobernanza" entienden el arte de construir estados, gobiernos y elecciones funcionales al Estado Trasnacional emergente, el cual integra a los complejos empresariales-militares que lo crean para asegurar su dominación y acumulación. La "gobernanza" se hace efectiva con "estrategias de largo alcance" que se aplican entre luchas, enfrentamientos y negociaciones, escogiendo con un sentido práctico las medidas que se toman en un momento y lugar dados para alcanzar los objetivos de sus "valores e intereses" en forma inmediata, o en varias etapas, cuando sea necesario.

Así, es un error pensar que la elección de López Obrador sería la más funcional para los ricos y los poderosos, pues si éstos pueden, impondrán a Calderón, quien abierta y reiteradamente está ofreciendo darles todo lo que piden. Es más, López Obrador les preocupa por el tipo de ofrecimientos y apoyos populares que tiene y que no pocos de ellos consideran contrarios a sus intereses, pues "piensan que México -a decir de un analista del Financial Times- cumple una función vital para la maquinaria industrial de Estados Unidos como fuente de trabajo barato, esencial para mantener su competitividad, especialmente en los sectores de la agricultura". El mismo analista advierte que varias encuestas revelan el temor de que AMLO sea otro Chávez u otro Evo Morales, y sostiene que hasta han hecho cálculos de que los ahorros con que AMLO asegura que va a financiar su programa social no checan con sus propios cálculos, pues incluso un corte "drástico" de los salarios de los funcionarios medios y altos de 50 por ciento no daría los 9 billones de dólares que se necesitan. Esa es sólo una preocupación de que sí cumpla con su programa y por ello afecte sus intereses; pero hay muchas otras. (Ver: Financial Times, 30/6/2006)

Al mismo tiempo, la "izquierda" (en un sentido muy amplio) está dividida. Una parte importante considera que el proyecto de López Obrador es insuficiente y que la composición del frente que ha formado hace inviable que cumpla sus ofrecimientos, dada su política de alianzas con fuerzas que participaron en la contrarreforma al derecho agrario en regímenes anteriores, que rechazaron en el actual la ley sobre derechos de los pueblos indios y que aprobaron por unanimidad la ley Televisa, por la que entregaron el control de la comunicación a las grandes empresas de los medios, mientras miembros del PRD que gobiernan en los municipios donde hay pueblos indios emplean los mismos métodos represivos que el PRI.

Otra posición en la (amplia) izquierda, entre los "grandes intelectuales", numerosos obreros y cuadros de sindicatos y representantes genuinos de pueblos y ejidos, maestros y estudiantes, empleados, marginados urbanos y semiurbanos, pequeños propietarios, trabajadores de la cultura y de los medios (y es, sin duda, la mayoritaria cuando se ve y no se miente sobre su presencia en las calles y plazas de México) es la que apoya a López Obrador en el proceso electoral y considera que AMLO va a ser un gran gobernante, y que "sí le va a cumplir al pueblo."

Cuando se piensa en términos de una izquierda o fuerza ciudadana, obrera, campesina y popular amplia, se advierte que las organizaciones de los pueblos y los movimientos sociales autónomos de los partidos políticos no tienen todavía la fuerza necesaria para hacer una política a la vez funcional y flexible, práctica o de corto plazo y estratégica o de largo plazo. Su principal debilidad se muestra en ese punto. Aun así parece necesario llamar a que su madurez las lleve a unirse en la exigencia de respetar el voto, como lo hicieron en su exigencia de no tergiversar y manipular las leyes y las instituciones cuando el gobierno intentó desaforar a López Obrador.

Hoy claramente toda la izquierda debe tomar una medida de efectos prácticos e inmediatos, a reserva de que cada vez sean más gentes quienes construyan tanto una política de corto como de largo plazo, y que sin olvidar los principios ni negociar con ellos, muestren su firmeza y moral pública en la verdadera defensa de la lucha legal y pacífica de los pueblos, los ciudadanos y los trabajadores de México.

Es de vida o muerte lograr la flexibilidad en las posiciones que tomen las izquierdas y los movimientos más o menos progresistas o radicales, con decisiones y provisiones que muestren a la vez su firmeza y tenacidad en la lucha por respetar y hacer respetar su identidad para construir una alternativa de democracia con pluralismo ideológico y religioso, con autonomía de pueblos y de naciones, y con un proyecto anticapitalista que dé término al colonialismo cibernético excluyente y rapaz con que los complejos militares-empresariales pretenden fundar su "gobernanza" al tiempo que desatan la "política sucia" ("dirty politics") y el máximo terrorismo de Estado (de un Estado multinacional), mediante la guerra de varia intensidad, abierta y encubierta, formal e informal, cuyas acciones de destrucción de pueblos como Afganistán, Irak, Palestina son tan evidentes como cínica y autodestructiva es la forma en que plantean la lucha contra Cuba e Irán, que sólo para una mente insana no implica una situación mundial al filo de la "Destrucción Mutua Indudable" ("Mad" es la sigla en inglés de "mutual assured destruction" y sinónimo de "loco" en ese mismo idioma).

La necesidad de detener todas estas amenazas y muchas más se confirma cuando otro peligro de la nueva guerra se configura con el bloque inmenso de Corea del Norte, China, Rusia, Pakistán y muchos otros países que cuentan con armas nucleares y cientos y cientos de lanchas y naves atómicas, quienes sin duda se preparan a responder con toda su fuerza en un escenario de insensatez que haría de esta nueva guerra mundial del capitalismo corporativo el más miserable desenlace de la historia humana.

México tiene una posición geopolítica que le permite influir a nivel universal imponiendo las formas legales de lucha y el derecho a organizarse pacíficamente para alcanzar metas cada vez más profundas. Por eso las distintas posiciones de quienes luchamos por una verdadera democracia, libertad y justicia social -como la otra campaña y sus adherentes- debemos en este momento impedir que se viole el voto popular, y si creemos que López Obrador ganó, debemos decirlo públicamente, como lo hizo el delegado Zero de los zapatistas. Alcanzar esta primera victoria mientras conservamos la autonomía plena para seguir luchando, cada uno "a su modo" de pensar y sentir, no impedirá por supuesto el que cada uno espere contar con más y más movimientos sociales, de pueblos, ciudadanos, trabajadores intelectuales y manuales, de medianos y pequeños empresarios, e incluso con algunos no tan pequeños, que con la sobrevivencia de México defiendan la vida y la libertad, así como el derecho a disentir y discutir entre los propios partidarios de un mismo ideal.

Si el razonamiento anterior parece mera retórica o mera "opinión", no lo es. Corresponde a un apremio práctico que podemos hacer efectivo. Afirmar nuestra identidad personal y de grupo y nuestra solidaridad entre diferencias, permitirá construir la alternativa de un mundo posible y necesario.

11 de julio de 2006.

Víctor Flores Olea

Nuevos golpes de Estado

Por supuesto, por elemental salud de la República, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) debiera admitir el recuento de voto por voto en todas las urnas. Si no se hiciera, quedaría para la historia la grave sospecha de una elección tramposamente conducida y contada, con demasiadas manchas en el camino. Y lo que es peor: quedaría el gobierno del próximo sexenio, si al final fuera a manos de Felipe Calderón, con un grave y adicional motivo de reclamos.

Ya tendrá bastantes, por los problemas objetivos del país y por las líneas de gobierno y política que asumirá, incrementados por el origen dudoso, y hasta ilegítimo de su autoridad, que será recordado incansablemente por la oposición y por buena parte de la opinión política, y por los mismos poderes públicos, comenzando por el Legislativo.

Si tuviera inteligencia, y tanta seguridad en su triunfo, el primer interesado en ese recuento detallado sería el propio Felipe Calderón. Por eso no sorprende que varios periódicos de prestigio mundial: Financial Times, de Londres, The New York Times o Le Monde, de París, hayan dicho que resulta lógico y saludable que en una elección tan competida se efectúe el recuento voto por voto. Esto ha ocurrido ya recientemente en diferentes países y la experiencia ha sido positiva.

Desde luego, no se sostiene la tesis de que la ley electoral limita las causales de la revisión de los paquetes electorales. El argumento leguleyo puede tener cierto peso en las casillas y en los distritos electorales, pero no valor restrictivo para el tribunal federal electoral, que es la instancia constitucional para asegurar al pueblo de México, más allá de ninguna duda, elecciones transparentes, objetivas y equitativas. Sus fines últimos trascienden la letra de la ley y el tribunal tiene la obligación de precisar su alcance, inclusive el espíritu de la norma. Tal es la función del más alto tribunal de la República en materia electoral. Sobre todo en este asunto absolutamente trascendental para la gobernabilidad y legitimidad de los poderes públicos de México.

Se ha llegado a este extremo, en primer término, por el manejo errático y hasta irresponsable, por no decir controlado por los intereses de los señalados ahora como ganadores, en que incurrió el Instituto Federal Electoral (IFE) en el proceso de la votación y recuento de las papeletas, por su ocultamiento y disimulo de datos que debieron ser absolutamente transparentes y anunciados a la ciudadanía con oportunidad.

A estas alturas sería casi interminable mencionar las "irregularidades" que han sido sustanciadas con detalle. Pero debe recordarse, por ejemplo, el silencio en la página del IFE del domingo y lunes de la semana pasada, de los casi tres millones de votos puestos de lado y no contabilizados. ¿Qué era un acuerdo entre partidos? ¿Por qué no advertirlo en la página del IFE? ¿O mayor número de votos para senadores que para la Presidencia, en un estado como Tabasco? ¿Manipulación cibernética? En todo caso, demasiadas preguntas sin respuesta, o con muy mala explicación, que fomentan fuertemente la desconfianza ciudadana en las instituciones electorales, y su inevitable y severa censura.

Por supuesto, la mayor censura de este proceso electoral sigue siendo su manipulación anticipada por el gobierno y los poderes económicos. Nadie en la ciudadanía ha olvidado el golpeteo sucio y obsesivo del equipo de campaña de Felipe Calderón en contra de Andrés Manuel López Obrador, a lo largo de los meses previos a la elección y con particular dureza en las últimas semanas: su simple recuerdo es indignante y causa repulsa. El dinero que se gastó rebasa por mucho el presupuesto autorizado, y aquí nos encontramos con otro de los aspectos más lamentables de la elección mexicana.

La otra descalificación mayúscula que merece el proceso electoral fue la descarada y continua intervención de Vicente Fox para descalificar a López Obrador y favorecer a Calderón. Aquí entraríamos ya en el terreno de lo que se ha llamado una "recusación abstracta" de la elección, que se refiere a una posible invalidez del entero proceso.

Muchos la han llamado ya elección de Estado, o elección del sistema de poder (político y económico), o inclusive golpe de Estado anticipado. El hecho es que nos encontramos, en esta era de la "sociedad de la información", con un fenómeno nuevo que distorsiona absolutamente los procesos democráticos. En apariencia se cumplen las disposiciones legales, en el terreno de los hechos se violentan abrumadoramente. Puede decirse: hemos entrado a una era en que los golpes de Estado son diferentes, algunos hasta podrían decir que son "constitucionales" y por la vía de los procedimientos legales, pero profundamente falsificados por los poderes "reales" de la sociedad. Golpes de Estado con mayoría de votos, pudiera decirse (evocando el siniestro ascenso de Hitler al poder por vía de las urnas).

Tal parece que en este tiempo ya no son indispensables los militares y los espadones para aterrar a la ciudadanía y consumar los golpes de Estado. La cibernética y los medios de difusión, a golpes de millones y miles de millones, parecen ser ahora suficientes, y tan contundentes como antaño. Pero eso sí, no se altera su sustancia: atemorizar a la ciudadanía e imponerle bajo amenaza el interés de los confabulados, su ideología y modo de ver el mundo. Por supuesto que el caso mexicano no es el primero: ya el mundo ha pasado por otros "ensayos generales": recuérdese la última elección española en que falló la amenaza y se revirtió su resultado en favor de Rodríguez Zapatero. El otro ensayo exitoso fue la última elección de George. W. Bush, con la ciudadanía amenazada por el "terror" internacional.

El objetivo de esta nueva forma de golpes de Estado no es tanto la "subversión" del estado de cosas, sino su mantenimiento forzado cuando peligra. Tal es típicamente el caso mexicano.

¿Triunfará en México esta nueva forma de golpes de Estado que se universaliza? En todo caso resulta repulsivo que la marioneta utilizada ahora "extienda la mano" a los adversarios. ¿Cinismo sin límite? En todo caso debiera recordarse al joven Felipe Calderón que la misma fórmula fue utilizada por un presidente mexicano que ya tramaba el asesinato del 2 de octubre de 1968.

Luis Linares Zapata

Acuerdo o imposición

Sobre la injusta realidad clasista de México, con su perfil hasta territorialmente escindido, el resultado electoral puede trasformarse en un polvorín reactivo que abra, aún más, tan delicada herida. Pocos entienden lo que un proceso de lucha por el poder puede ocasionar cuando lo penetran rasgos distintivos complicados, tales como los que acompañaron al proceso de competencia, desde sus tanteos iniciales hasta los que emergieron de las urnas el 2 de julio pasado. Al escaso margen de diferencia entre los dos punteros, situación poco envidiable, le siguen las innumerables y extrañas injerencias, las inconsistencias o las mismas ilegalidades que lo enmarcaron antes y después de los votos. Las heridas que la contienda dejó en el cuerpo social bien pueden convertirse en llagas y entrar en acelerada descomposición. Hará falta un delicado tratamiento que aleje los arrestos de imposición que ya se empiezan a notar desde la derecha.

Mientras, allá abajo, en lo íntimo de las maceradas entrañas de millones de excluidos, parece que ha recalado por estos tiempos electorales una afrenta adicional. Confiaban en la llegada, por fin, de una oportunidad que los redimiera y no la quieren ver alejarse con premura inusitada. Para esa otra extensa, desdibujada, franja de mexicanos que otean con angustia el futuro -junto al de sus descendientes y mayores- se les advierte que no habrá, al menos por ahora, mañana apetecible. Y esos ciudadanos que, a pesar de su relativa comodidad, buscan mejores espacios donde desarrollarse, sentirán la mordedura de un cambio que se les esfuma entre los dedos y el deseo de un México independiente. Juntos, todos ellos, suman millones y están agraviados. No por la simple pérdida, consecuencia inevitable de la competencia democrática, sino por las brumas y trampas con que ésta se ha encubierto. Aun así, hay todavía un tramo adicional por recorrer, el de los tribunales. Y éstos tendrán la última e inapelable palabra.

Pero no será una ruta fácil de transitar. Los líderes de aquellos que han optado por la continuidad (que también son millones) tratan, con todos los medios a su alcance, de solidificar, con el paso de los días, la densidad del hecho consumado. Al no poder alegar en su favor algo ilegal (porque simplemente no lo es) de la ruta escogida por la coalición Por el Bien de Todos, están echando mano de múltiples recursos, muchos de ellos, cuando menos, desaseados. Han montado, con el auxilio del ínclito canciller, toda una ofensiva diplomática de reconocimientos al vapor. Como en los viejos tiempos de las inseguridades infantiles, recurren ahora a forzados espaldarazos de potencias foráneas. También buscan, con negociaciones a trasmano, que los gobernadores priístas, siempre prestos a tales enjuagues, levanten, obsequiosos, la mano del ganador. Lo que le suceda a su propio partido poco importa. La terrible hecatombe sufrida en las urnas los tiene sin cuidado. Ellos piensan más hacia delante, más hacia sus poquiteros intereses. Allá si sus correligionarios, en especial los que fueron elegidos legisladores, les permiten sus torpes maniobras.

La derecha ha desatado, como estrategia central, un linchamiento mediático de imprevisibles consecuencias. Para los pocos rostros que acaparan las bocinas electrónicas, López Obrador, partido y seguidores, se han trasmutado en el monstruo que por fin muestra su perfil siniestro: violento, incongruente, destructor de instituciones, reo de ilegalidades varias, mesiánico, populista y antidemocrático. Los urgen a aceptar su derrota. Les arguyen enfrente los cientos de miles de mexicanos que llevaron a cabo la elección, su incontestable honorabilidad; los miles de millones de pesos que han costado las campañas; la impecable organización del IFE. Hasta el prestigio machacado del país sale a relucir de nueva cuenta. Y todo porque se quiere defender lo que juzgan, junto con sus muchos millones de personas, una victoria en las urnas. Para cimentar lo cual se recurre a las instituciones que la ley ha creado. Justo esas leyes e instituciones que son el fruto, que existen, están ahí, porque la izquierda ayudó, a veces a costa de su misma sangre, a levantar. Se ha querido exiliar, para siempre, la plaga del autoritarismo, la concentración del poder y los bienes en las manos de unos cuantos.

Para introducir balances, para auxiliarse en la lucha contra tan poderoso adversario, AMLO sabe que tiene que apoyarse en su extensa y sólida base popular. López Obrador requiere apelar a la conciencia de los que luchan contra la injusticia rampante, por afianzar su condición de ciudadanos. Ya dio una prueba en la masiva respuesta obtenida el sábado pasado en el Zócalo capitalino. Tendrá que mostrar, de nueva cuenta, el multiforme cuerpo de una muchedumbre abrumadora para hacerse oír por los jueces, por el factor externo, por los de arriba, por los demás, aun por aquellos que quieren negarle derechos a diestra y siniestra. Después del veredicto de los magistrados del TEPJF, si es contrario, no queda más que la prolongada construcción de un movimiento popular de oposición. Uno que sea capaz de impedir la venta de los bienes nacionales, conseguir mejores condiciones de vida para los de abajo y la apertura de horizontes para los demás.

Alejandro Nadal

La República fracturada

El proceso electoral está contaminado por la falta de transparencia en el proceder del IFE. Ahora que se inicia la fase de impugnaciones, la legislación vigente tampoco contribuye mucho para aclarar las cosas. Por eso es importante analizar la jurisprudencia del Tribunal electoral federal para ayudar a disipar dudas. Estas tesis se encuentran en la página www.trife.gob.mx.

El Código federal de instituciones y procedimientos electorales (Cofipe) no establece un procedimiento explícito para demandar la nulidad de una elección presidencial. En 1996 se promulgó la Ley general de medios de impugnación en materia electoral (LMI) que cubre los casos de nulidad de una elección de senadores o de diputados. Pero no se hace referencia a la nulidad de una elección presidencial.

La LMI establece como actos impugnables a través del juicio de inconformidad los resultados consignados en las actas de cómputo distrital por nulidad de la votación recibida o por error aritmético (artículo 50). Las sentencias dictadas en estos casos pueden declarar la nulidad de la votación emitida en una o varias casillas y modificar el resultado consignado en las actas distritales correspondientes.

En el caso de elecciones de senadores y diputados, la sentencia puede desembocar en la nulidad de la elección. Eso puede suceder cuando la votación en el veinte por ciento de las casillas está afectada de nulidad. Pero para la presidencial, la LMI no prevé esa posibilidad. Algunos analistas consideran que se podría aplicar por analogía lo que la LMI establece para la nulidad en las elecciones de senadores y diputados. Aplicando por analogía los artículos 76 y 77 de la LMI a la elección presidencial, bastaría demostrar la nulidad de la votación en 26 mil casillas.

Sin embargo, la aplicación por analogía simple en este caso no es fácil. En una elección que abarca una sola entidad federativa (senadores) o un distrito electoral (diputados) tiene sentido el umbral de veinte por ciento porque la unidad geográfica de referencia así lo permite. Pero aplicar ese mismo umbral a escala nacional no es fácil. ¿Se debe aplicar por circunscripciones electorales? ¿Por entidades federativas?

La LMI no permite responder esas preguntas y deja en el vacío legal el tema de la nulidad de la elección presidencial. La referencia entonces es el Artículo 41 Constitucional que establece que las elecciones deben ser libres y auténticas. Ese artículo también impone al IFE los principios rectores de certeza, legalidad e imparcialidad. De vulnerarse estos principios, se puede concluir que el Tribunal electoral podría declarar nula una elección presidencial.

Existe jurisprudencia del Tribunal electoral federal (TEF) sobre este punto. Esa jurisprudencia establece que si alguno de esos principios fundamentales en una elección es vulnerado de manera importante, generalizada y como consecuencia de ello se ponga en duda la credibilidad o legitimidad de los comicios, éstos no pueden surtir efectos legales y procede considerar actualizada la causa de nulidad derivada de los preceptos constitucionales señalados. Consecuentemente, la afectación grave y generalizada de esos principios provocaría que esa elección careciera de pleno sustento constitucional y procedería declarar su anulación por no haberse ajustado a los lineamientos constitucionales que rigen toda elección (tesis S3ELJ 23/2004).

El PRD y su coalición no están demandando la nulidad de la elección presidencial, sino el recuento de todos los votos, casilla por casilla. Pero el artículo 56 de la LMI señala que sólo se puede declarar la nulidad de la votación de una o varias casillas para la elección presidencial cuando sean impugnadas en los términos de las causas establecidas en el artículo 75 (causas a nivel de casillas individuales). No se desprende de ese precepto la apertura de todos los paquetes electorales.

Sin embargo, el TEF también ha sentado jurisprudencia sobre los casos en que sí procede la apertura de los paquetes electorales. Esa tesis establece que con el fin de alcanzar el objetivo de certeza en el sistema de justicia electoral se prevé como atribución del órgano jurisdiccional electoral federal la de ordenar, en casos extraordinarios, la apertura de los paquetes electorales de una elección (tesis S3ELJ 14/2004). Sin embargo, la Sala Superior del TEF advierte que dicha atribución es una medida extrema y excepcional, y sólo se puede ordenar cuando la gravedad de la cuestión controvertida así lo exige. Finalmente, hay dos condiciones para proceder en ese sentido. La primera es que no procedería la apertura de paquetes cuando las irregularidades esgrimidas no sean susceptibles de ser aclaradas mediante esa diligencia. La segunda exigencia es que la apertura de paquetes no puede llevarse a cabo si el proceso electoral se retrotrae a fases ya concluidas.

La República está fracturada y el proceso electoral no sirvió para mejorar el estado de cosas. Al contrario, la sospecha y la desconfianza marcarán estas elecciones por siempre. El país no puede darse el lujo de que la legitimidad electoral del próximo presidente sea cuestionada. Si alguna vez hubo necesidad de una lección de moral política Republicana, es ahora. El Tribunal electoral federal debe ordenar la apertura de los paquetes electorales porque la gravedad de la cuestión controvertida así lo exige.

Robert Fisk

El martirio de los hijos en la guerra de Irak

Beirut. En las mezquitas de Sidón y Trípoli alardean de sus "mártires" en Irak: palestinos y libaneses que hicieron su último viaje, desde los barrios pobres y campos de refugiados de Líbano, a la muerte entre los desechos de la guerra iraquí. Uno de los más recientes combatientes palestinos, aunque al parecer los estadunidenses no tienen idea de cuál era su nombre, murió en el ataque aéreo de Estados Unidos contra el escondite de Abu Mussab Zarqawi, el presunto jefe de al Qaeda en Irak. La muerte de Saleh Qilawi, quien compartía aparentemente la casa de Zarqawi en Baquba junto con dos de las esposas del líder, un niño y otro hombre, ocurrió cuando los jets estadunidenses dispararon dos misiles contra el edificio. El hecho fue anunciado por los altavoces de una mezquita en el campo de refugiados de Ein el Helwe, en Sidón.

Carteles que tapizan los muros de Trípoli alaban a más de 50 "mártires", todos ellos sunitas musulmanes de la segunda ciudad más grande de Líbano, donde los sermones radicales islámicos se han vuelto cada vez más frecuentes a raíz de la invasión estadunidense de 2003 a Irak. Tanto en Trípoli como en Ein el Helwe, los carteles y banderas proclaman el apoyo del pueblo libanés a "los héroes de Fallujah", el centro de la insurgencia iraquí en la provincia de Anbar y que ha sido el campo de batalla de las tropas estadunidenses y sus opositores árabes durante más de tres años.

Qilawi dejó Sidón para ir a Irak hace un año, y regularmente llamaba por teléfono a sus padres. Cuando éstos "celebraban" su muerte, las familias de los libaneses y los palestinos que murieron combatiendo a las fuerzas armadas de Estados Unidos afirman que no tienen por qué hacer duelo: constantemente reciben felicitaciones de los miembros del movimiento de Isbar al Ansar que, según autoridades de Beirut, estuvieron detrás del levantamiento en las montañas del norte de Líbano hace seis años.

En el campamento de Sidón, Darwish Hitti también "celebra" la muerte de su hijo Mohamed, quien junto con su amigo Mohamed Yorshali falleció hace una semana. Nadie sabe cómo murieron, pero el reportero local Mohamed Zaatari afirmó que estos mujaidines dejaron notas en las que informaban que se unieron a la jihad y pedían a sus padres no llorarlos.

Está claro que tanto en Sidón como en Trípoli hay gente dedicada a reclutar a posibles combatientes que quieran ir a Irak. Un residente de Sidón dice que no sólo el movimiento Isbar al Ansar lo hace, sino también el religioso Tawheed (unidad), y que ambos están enviando a gente a Irak. Para pocos es un secreto que los futuros mártires, también involucrados en los atentados con bomba contra soldados estadunidenses, se trasladan a través del territorio de Siria.

Cuando el diario The Independent reveló por primera vez que decenas de atacantes suicidas se trasladaban de Líbano a Irak, una familia dejó claro en entrevista que había hombres en la comunidad que "estaban a la espera del mensaje que les informaría que era su turno de ir".

Para Líbano, estos son tiempos de tensión. El mayor grupo del país -el de los chiítas- siente tener mucho en común con los chiítas de Irak y sufre amargamente la destrucción de sus mezquitas y otros lugares sagrados, de la cual los estadunidenses culpan a los insurgentes sunitas.

Muchos prelados sunitas de alto nivel en Líbano tienen relaciones o parentescos con los chiítas iraquíes. Sin embargo, los sunitas conforman la segunda mayor comunidad musulmana en Líbano y con mayor frecuencia expresan su apoyo hacia sus correligionarios en Irak.

Los chiítas del sur y este de Líbano ahora ven a las ciudades mediterráneas de Trípoli y Sidón con una preocupación que raya en la desconfianza.

Debido a que la comunidad alawita, que domina el poder político en Siria, es chiíta, cuando la mayoría de los sirios son sunitas, no es difícil de entender las más oscuras pesadillas que padecen los pueblos de esta región. Si el conflicto civil en Irak se moviera hacia el oeste, podría abrir abismos a partir de las grietas religiosas que existen de Bagdad a Líbano. Se trata de una distancia de solamente 80 kilómetros, pero es un prospecto apabullante para todo el mundo árabe.

© The Independent

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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