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  • To: "Colvecu" <colvecu@cc.cu>
  • Subject: Sobre el 'autoritarismo' de Correa, por Lenin Reyes M.
  • From: Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>
  • Date: Tue, 15 May 2007 10:55:29 -0400

Title: Sobre el “autoritarismo” del Presidente Correa

Sobre el “autoritarismo” del Presidente Correa

Lenin Reyes M.

 

Desde enero del 2.006, en que asumió la Presidencia de la República del Ecuador el Econ. Rafael Correa, encabezando una coalición de fuerzas progresistas, de izquierda, antiimperialistas, pro socialistas, aglutinadas en el frente “Alianza País”, observamos un re–alineamiento de las fuerzas tradicionales del poder.

 

Acostumbradas, estas fuerzas, a debatir entre ellas –según quién esté en el gobierno de turno– para jalonar a su sector específico ciertas orientaciones económicas o políticas, en una disputa que nunca tenía como objetivo cambiar las estructuras inequitativas del régimen ni resolver los grandes problemas de la mayoría del pueblo ecuatoriano, sino satisfacer las necesidades tributarias, legales o de cupos de sus negocios, ahora las vemos alineándose en un frente común, de oposición al gobierno, desde donde empiezan a bosquejar su estrategia común para, primero, desgastar su imagen, desprestigiarlo; segundo, debilitar su accionar y lograr su fracaso; y, tercero, si no resulta lo anterior, buscar su derrocamiento. Ahora están en la primera fase.

 

¿Quiénes son estas fuerzas tradicionales del poder en el Ecuador? Las clases dominantes en el país: la burguesía industrial, agroindustrial, bancaria y comercial; la oligarquía o los “pelucones” como les dicen en Guayaquil; las familias de millonarios como los Noboa, Febres Cordero, Ycaza, Ponce Luque, Ponce Martínez, Paz, Arosemena, Egas, Nebot, Aspiazu, Vallejo, Dassum, El Juri, entre las más “sonadas” de la “nobleza” ecuatoriana, quienes actúan en asocio con las oligarquías transnacionales, principalmente las provenientes de Estados Unidos, para saquear los recursos naturales y humanos de nuestros países en su beneficio, como grupos de poder económico, como grupos de clase burgueses, oligárquicos.

 

Ellos han estado en el poder del Estado desde que se instauró el poder colonial con la conquista europea, son los descendientes de los genocidas conquistadores y los “nobles” españoles que se instauraron en América luego de derrotar militarmente y usurpar todo a los habitantes originarios de estas tierras; ellos fueron los virreyes, capitanes generales, comendadores, presidentes de la reales audiencias y sus séquitos y grupos familiares de acólitos que se hicieron ricos mediante el saqueo, el asesinato y el sometimiento a la explotación a centenares de miles de indígenas, a quienes los desproveyeron de todo. Ellos fueron los que dividieron la Gran Colombia y formaron “sus” pequeñas repúblicas; ellos han sido los que han dirigido el Estado ecuatoriano desde 1.830, con breves y excepcionales interrupciones, hasta el último gobierno del traidor Lucio Gutiérrez y su sucesor Alfredo Palacio.

 

Ellos perdieron las últimas elecciones presidenciales y ahora, por la orientación popular que toma este Gobierno, temen perder también el control político del Estado y con ello el mantenimiento de sus oprobiosos privilegios.

 

Se han unido ya para pretender impedir que se consolide un régimen popular con el Gobierno de Rafael Correa. Pero ello, obviamente, no es nada fácil, pues el Presidente goza de una alta popularidad y aceptación, que no es fruto de su “carisma” solamente, sino principalmente de su acción consecuente con su oferta de campaña, por la que votamos una gran mayoría de ecuatorianos.

 

La prensa es uno de los puntos de su confluencia; y es natural, pues la gran prensa (televisión, periódicos y un buen número de radios) es de ellos, y desde ahí parte la campaña de desprestigio, uno de cuyos aspectos es el de darle al Presidente Correa la imagen de “autoritario”.

 

Vale que reflexionemos un poco sobre el autoritarismo en la sociedad. Autoritarismo es el abuso de la autoridad, su ejercicio con exceso. Cuando los gobernantes de las clases dominantes abusan de la autoridad, nada o muy poco dicen los medios de comunicación sobre ello, si no, recordemos solamente algunos casos, como la forma autoritaria como Osvaldo Hurtado nos hizo pagar a todos los ecuatorianos parte de la deuda externa privada de los empresarios, sucretizándola y haciendo asumir al Estado el diferencial cambiario; o el autoritarismo de León Febres Cordero, quien atropellando todo principio democrático, pisoteando el “Estado de Derecho”, aplicando métodos genocidas para exterminar a grupos opositores, subordinó a las demás funciones del Estado y a toda la sociedad a su injusto plan económico, irónicamente autodenominado como “economía social de mercado”; o el autoritarismo del “abuelito bonachón” de Sixto Durán Ballén, quien nos impuso –en concierto con todos los sectores de la clase dominante– las leyes Trole I y Trole II, mediante las cuales aplicó aquí la cruel estrategia neoliberal de las privatizaciones, condenando a la miseria a cientos de miles de compatriotas; o el por demás autoritario asalto que perpetró Jamil Mahauad decretando el “feriado bancario” para salvar a los banqueros corruptos a costa del sufrimiento del pueblo ecuatoriano. ¿Dónde estuvieron la prensa y los medios de comunicación para denunciar estos actos de autoritarismo de esos gobiernos? En ninguna parte!!; ahí se callaron la boca, se hicieron los tontos y, por supuesto, no hicieron ningún escándalo porque todas esas acciones eran parte de la política que los dueños de esos medios de comunicación comparten, porque son accionistas de esos bancos, industrias o empresas comerciales que se beneficiaron con esas políticas.

 

Nunca estuvo ahí la famosa Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) para cuestionar esos abusos de poder de estos gobernantes burgueses; y no debe sorprendernos, porque la SIP es el instrumento de la oligarquía interamericana, especialmente norteamericana, para atacar a los gobiernos que salen de las manos del control de ellos. La SIP no ha dicho una palabra sobre la brutal intervención del gobierno estadounidense en Irak, no dijo nada sobre el plan terrorista que perpetraron los autoritarios gobernantes yanquis en los años 70’s en Sudamérica y en los años 80’s en Centroamérica, sobre el criminal bloqueo perpetrado contra Cuba por más de 40 años.

 

Ahora aparecen para “asombrarse” de que el Gobierno ecuatoriano enjuicie a un periodista delincuente, director del Diario La Hora, acostumbrado como todos estos dueños de medios de comunicación a decir lo que les place, sin que nadie pueda ni siquiera alzarles a ver. Qué más autoritarismo que esa actitud omnipotente de estos periodiqueros o de los dueños de los canales de televisión que imponen –abusando de la autoridad y el poder que han alcanzado con sus medios– sus puntos de vista ideológicos y políticos, disfrazados de “imparcialidad” y amparados en una supuesta “libertad de prensa”, asimilada a las leyes del mercado capitalista, que son sus propias leyes, las del predominio del más poderoso.

 

Les parece autoritario que el Presidente Correa haya expulsado al representante del organismo financiero más autoritario del mundo, el Banco Mundial, o que denuncie como mafias a los dirigentes de la partidocracia, a los de la banca chulquera o a los dueños de estos medios de comunicación. Están ardidos porque nunca antes un Presidente de la República se había permitido –o mejor dicho, atrevido– a decirles en la cara y públicamente lo que en realidad son y no lo que disfrazadamente quieren aparentar.

 

Combatamos esta campaña de la oligarquía denunciando la perversidad de las falacias propaladas en sus medios de comunicación, la hipocresía de su supuesta “neutralidad”, su carácter de clase y su verdadero papel de desorientadores de la opinión pública nacional e internacional. Apoyemos frontal y abiertamente la gestión del Gobierno de Rafael Correa, orientada a reivindicar, por fin, el interés de los sectores populares de nuestra patria.

 

El nivel de la lucha de clases empieza a elevarse, la oligarquía y el imperio no escatimarán esfuerzos ni recursos para pretender aplastar esta tendencia progresista, socialista, de izquierda, que vuelve a reverdecer en América Latina y que se alza con perspectivas luminosas para los intereses de nuestros pueblos. No podemos permanecer como espectadores, debemos asumir una posición y ella tiene que ser de apoyo a esta corriente.

 


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