CRISIS Y OPORTUNIDADES, por Jorge Gómez Barata

[Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>]

Title: CRISIS Y OPORTUNIDADES

CRISIS Y OPORTUNIDADES

                                                                   Jorge Gómez Barata

 

Los períodos de crisis suelen ser también de oportunidades, a veces insospechadas. La incorporación del petróleo a la cultura humana fue una grandiosa revolución tecnológica, no la última.  

Cuando en 1913 la gigantesca economía norteamericana se sumó a Europa y Japón y comenzó a importar petróleo, los principales productores del Medio Oriente eran colonias o protectorados; mientras Mexico, Venezuela, Bolivia, Argentina, Colombia, Ecuador, entre otros abastecedores, constituían pseudo repúblicas gobernadas por corruptas oligarquías. Ninguno de esos pueblos pudo aprovechar la oportunidad.

En los primeros tiempos el petróleo se utilizó para el alumbrado y la calefacción, alimentó las calderas de la revolución Industrial y generó electricidad. El consumó creció con la invención del motor de combustión interna, se disparó con la Primera Guerra Mundial y se volvió delirante con el lanzamiento en 1922 del Ford T, que inició la masificación del automóvil.

La II Guerra Mundial llevó el consumo a límites insospechados, alza que se mantuvo por la necesidad de reconstruir a Europa, la Unión Soviética y Japón, se sostuvo por el ascenso de las mayorías de esos países al llamado estado de bienestar y llegó a límites irracionales con la sociedad de consumo, sobre todo en Estados Unidos.

Durante casi 100 años, principalmente desde el Medio Oriente y Venezuela se trasvasaron miles de millones de barriles de petróleo, gasolina y otros derivados para alimentar la  voracidad de las economías desarrolladas. A las necesidades reales de energía se sumó una cultura irresponsablemente derrochadora.

Aunque durante décadas los precios del petróleo fueron bajos, en ocasiones miserables, desde los países consumidores fluían hacía los  productores importantes masas de dinero, que fueron impunemente robadas por las oligarquías gobernantes y las compañías petroleras.

Las nacionalizaciones, casi siempre realizadas en el marco de dudosas políticas de nacionalismo reformista, no resolvieron gran cosa. El hecho de que los hidrocarburos fueran administrados por capitalistas y oligarcas, no era muy diferente a que estuviera en poder de gobernantes corruptos. El saqueo de la  riqueza petrolera latinoamericana puede compararse con el despojo que supuso la conquista.

Todo tiene límite. A la zaga de Estados Unidos, en materia energética, la humanidad pasa actualmente la línea de no retorno. Al inminente agotamiento de las reservas de petróleo del planeta, se suma que algunos países poseedores de esos recursos, se hicieron independientes: Irán, Venezuela, Bolivia, Ecuador, entre otros, reivindican su derecho a disponer de sus reservas, obtener por ellas precios justos, incluso eventualmente reservarlas para sí mismo.

La conclusión es obvia: si el petróleo con sus magnificas propiedades y su abundancia, no pudo soportar la expansión del modelo derrochador impuesto por el capitalismo y por los Estados Unidos, ninguna otra fuente de energía y tal vez ni siquiera todas juntas podrán hacerlo.

Para sustituir por alcohol los 570 mil millones de litros de gasolina que consume al año, Estados Unidos tendría que sembrar de maíz la tercera parte de su territorio; ese no es el caso de Brasil al que le basta con el 2 por ciento ni de ningún otro país subdesarrollado que pudiera hacerlo con mucho menos.

Con las reservas virtualmente agotadas, lo que significa un riesgo mortal, sobre todo para los países pobres, en su mayoría incapaces económica y tecnológicamente de implementar la alternativa nuclear, eólica, solar y otras, desde el mismo Tercer Mundo, aparece una solución viable: el alcohol.

Ante las naciones africanas poseedoras de inmensas cantidades de tierras y pocos automóviles y los países latinoamericanos, bendecidos con climas tropicales y con tradición en el cultivo de la caña de azúcar, la opción por el etanol parece como mínimo, un paliativo.

Las perspectivas son hoy mejores porque no estamos a principios del siglo XX, no existe el sistema colonial del imperialismo y el Tercer Mundo cuenta con instrumentos para evitar que como ocurrió con el petróleo, el etanol se convierta en otra calamidad.

La Unión Africana, el MERCOSUR, el Grupo de los 77, el Movimiento de Países No Alineados, la capacidad dentro de la OMC y el ALBA, magnifica por la cultura energética y azucarera de sus promotores, Venezuela y Cuba, junto con lo avanzado por Brasil, pudieran asumir el liderazgo en la implementación de esta alternativa.

Estados Unidos tiene poca tierra en zonas tropicales y Europa ninguna, por eso Bush fue a Brasil, Inglaterra enamora a Mozambique, Bélgica al Congo y Holanda mira para Guinea. La tortilla no se ha virado, pero puede ocurrir.

De lo que se trata es de impedir que el imperialismo y sus transnacionales monopolicen la iniciativa y, como acaba de intentarlo Bush al camelar a Brasil, introducir cuñas para dividirnos y hacer retroceder la política integracionista que se abre paso en América Latina y el Tercer Mundo. El imperio se mueve. Nosotros también.