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  • To: "potero" <potero@rhc.cu>
  • Subject: Un museo ignominioso, por Manuel E. Yepe
  • From: Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>
  • Date: Mon, 30 Jul 2007 13:01:36 -0400


UN MUSEO IGNOMINIOSO

 

Por Manuel E. Yepe

 

Para escarnio de los pueblos latinoamericanos, que durante tanto tiempo han sufrido crueles tiranías militares, en la ciudad de Daytona Beach, a 430 kilómetros de Miami, en el estado norteamericano de la Florida , existe un museo con una parte de los objetos de arte que integraban la fortuna malversada por Fulgencio Batista, el dictador derrocado por la revolución cubana en 1959.

La "mayor colección pública de arte cubano en el mundo fuera de la isla", como llaman al Museo de Artes y Ciencias (MAS) de Daytona Beach sus promotores, constituye una verdadera afrenta para los cubanos, a quienes la dictadura batistiana impuesta por Washington dejó un saldo en más de 20 mil muertos y un número incalculable de prisioneros traumatizados mediante torturas.

Se exhiben más de 300 objetos que integran una colección, que incluye, desde artefactos tainos, mapas, muebles coloniales y porcelanas francesas hasta cerámicas, esculturas y fotografías, además de obras pictóricas creadas entre el siglo XVIII y mediados del XX, ya que la colección, obviamente, no  abarca las creaciones de los artistas cubanos después del derrocamiento del tirano.
         El origen del museo se remonta al año 1944, cuando Fulgencio Batista, tras concluir su primer período presidencial iniciado en 1940, y ser derrotado por margen abrumador el candidato que pretendió dejar en el cargo, fijó residencia en esa ciudad balneario. Compró allí una mansión que perteneció a la familia Oldsmobile, de tradición automovilística en Norteamérica.

Comenzó entonces a trasladar para el lugar numerosas piezas de las que integraban su ya extensa colección de objetos de valor obtenidos por malversación y otros muchos delitos financieros durante su ejercicio de la primera magistratura en Cuba.

Merced a los servicios prestados a la diplomacia estadounidense, su astucia y su ausencia de escrúpulos, el humilde sargento telegrafista -en un plazo muy breve- se había convertido en General del Ejercito Nacional, Presidente de la República y era una de las personas más acaudalados de Cuba.

En Daytona Beach residió esporádicamente hasta que, en 1948, volvió a Cuba para desempeñar un escaño de senador por la provincia de Las Villas para el que fue electo en virtud su enorme fortuna y de las veleidades del sistema político de la época.

En los primeros años de la década siguiente, ya casado con su segunda esposa, Marta Fernández Miranda, ésta -que pasaba largas temporadas en Daytona con sus hijos-, tuvo la idea de auspiciar un museo allí al que donarían pinturas, grabados, piezas de arte folclórico y a la otros valores culturales de su mal habida fortuna en constante incremento.

Cuando era evidente que no tendría posibilidad alguna de volver a la presidencia por canales constitucionales en la elecciones que tendrían lugar en junio de 1952, Batista encabezó un golpe de estado -el 10 de marzo de 1933-, más que para derrocar a la corrupta administración de Carlos Prío Socarrás, para impedir el acceso al poder de un gobierno encabezado por el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) que prometía honestidad administrativa y dignidad nacional.

De la mano de los Estados Unidos sometió Batista al pueblo cubano a un baño de sangre, que tuvo en cambio la virtud de despertar a la nación   a una lucha que no se conformó con el derrocamiento del tirano en enero de 1959, sino que se extendió y profundizó en el terreno de la justicia social, la defensa a ultranza de su independencia y la reafirmación de la identidad nacional.

En 1957, cuando las fuerzas revolucionarias combatían contra su régimen en las montañas y en la clandestinidad de las ciudades, Batista y su esposa crearon en Daytona Beach la entidad Cuban Foundation, un patronato encargado de "velar por la colección cubana del museo de la ciudad".

En la noche del 31 de diciembre de 1958 al 1ro de enero de 1959, la familia Batista huyó del país. Residió primero en Republica Dominicana, luego en Portugal y después en España, donde murió el ex tirano.

El imperio ingrato no le permitió volver a su regazo por ese extraño pudor tardío que siempre muestra con los sátrapas que forma, paga y aprovecha.  
      Con el tiempo, Marta Fernández volvió a Estados Unidos, se asentó en Palm Beach y murió en 2006.

El museo  de Daytona Beach es todo un símbolo. Debían reunirse allí también valores robados a los pueblos por Duvalier, Trujillo, Somoza, Pérez Jiménez, Stroessner, Pinochet y tantos otros tiranos que en América Latina han sido, en virtud del sistema imperialista con eje en Washington.

Otro museo debía crearse en el Dade de Miami para que agrupe y entierre a muchos agentes propiciadores de la política neocolonial de pillaje y muerte que se mantienen al acecho en el Congreso, la Casa Blanca o en organizaciones antipatrióticas de las diásporas.

 

*Manuel E. Yepe Menéndez es abogado, economista y politólogo. Se desempeña como Profesor en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana.

 

Julio de 2007

 


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