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  • To: "ifardale" <ifardale@rhc.cu>
  • Subject: SEGUNDAS PARTES PUEDEN SER MEJORES, por Jorge Gómez Barata
  • From: Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>
  • Date: Tue, 10 Oct 2006 17:29:19 -0400

Title: Lula

LULA: SEGUNDAS PARTES…

                                                                Jorge Gómez Barata

 

El presidente de Brasil, fundador y líder del Partido del Trabajo y aspirante a un nuevo período presidencial, Luis Inacio Lula da Silva, puede ganar la segunda vuelta electoral; lo que no puede es ignorar la advertencia de que ha sido objeto.

Por su propia experiencia, el primer presidente obrero de Brasil, “rara avis” en un continente y en una época donde los mandatarios provienen de la oligarquía, los cuarteles y, en el mejor de los casos, de la burguesía ilustrada, debe haber aprendido varias lecciones.

La primera enseñanza es que las diferencias entre las clases trabajadoras y la gran burguesía, no son circunstanciales ni fruto de coyunturas más o menos desafortunadas, sino resultados del desarrollo histórico que condujo a insolubles contradicciones antagónicas. Para que la causas populares triunfen deben derrotar o como mínimo, neutralizar al gran capital. La alianza es inviable y asumirlo como compañero de viaje, más que difícil.

Nadie debe pasar por alto que, también en el Tercer Mundo, las masas maduran y exigen de sus líderes mínimos de consecuencia. Probablemente Brasil sabe que Lula no es un corrupto, no obstante, algunos electores pueden haberlo castigado por su actitud omisa y su desdén ante no menos de media docenas de actos de corrupción en los que se involucraron elementos de su partido y de su gobierno.

Nadie se explica por qué un líder hecho de sustancia operaria, fundador de un partido obrero que capitalizó las esperanzas de los sectores populares y la izquierda militante, experimentado en la lucha de masas, al llegar al palacio de Planalto, hizo como que tomaba distancia de las bases, como si el compromiso de ser el presidente de todos los brasileños, implicara renegar de su origen.

Ese enfoque llevó a Lula a un distanciamiento de los medios de difusión que debieron ser sus instrumentos y que si bien están diseñados para servir a la elite de la gran burguesía y la oligarquía, reservan espacios que pueden ser aprovechados y otros que deben ser conquistados. Su ausencia en los debates televisivos fue aprovechada no sólo por sus adversarios, sino por esos mismos medios que lo crucificaron.

Tal vez Lula se percató demasiado tarde de que nadie, menos aun un representante popular gana la víspera, sobre todo porque la transparencia y la lealtad no figuran entre las virtudes de sus poderosos adversarios, que no se detienen ante ninguna maniobra, entre ellas, fabricar encuestas e inventar estados de opinión para desmovilizar a las masas y sus vanguardias. 

  Para Lula mantener la presidencia no es sólo una meta personal sino un cometido político, que asegura la continuidad de un proyecto de raíces profundamente populares, que no sólo necesita un mandato más, sino que, conducido por el Partido del Trabajo deber perdurar, aunque para ello sea imprescindible sanear sus prácticas y sus políticas, de modo que pueda aspirar a ser una genuina vanguardia popular de ascendencia nacional.

El gobierno de Lula forma parte de una esperanzadora corriente latinoamericana que ha llevado al poder a mandatarios ponentes de un enfoque renovador, que ya no es una promesa, sino una realidad.

La segunda vuelta plantea una disyuntiva a la izquierda opuesta al presidente y cuyos partidarios cuentan con los votos necesarios para decidir. Escoger entre respaldar la promesa de un enfoque popular más resuelto y radicalizado, cosa que puede esperarse de Lula y el reformismo de un neoliberalismo atenuado, no parece excesivamente difícil. Los que pidieron consecuencia a Lula, también deben mostrarla ellos.

Me aventuro a creer que el Brasil que bajo el gobierno de Lula, tal vez aunque en una medida menor a lo posible, enfrentó pobreza, creció económicamente hasta ubicarse entre las diez primeras economías mundiales y contribuyó a la integración latinoamericana, dará a Lula y al Partido del Trabajo una nueva oportunidad, que bien pudiera ser aprovechada para probar que, bajo determinadas circunstancias, segundas partes pueden ser mejores.


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