REGRESO AL MULTILATERALISMO, por Jorge Gómez Barata

[Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>]

Title: ONU: REGRESO DEL MULTILATERALISMO

ONU: REGRESO AL MULTILATERALISMO

                                                              Jorge Gómez Barata

Con certeza los precursores y forjadores de la ONU asumieron que los ideales del funcionamiento democrático de un país podían trasladarse a la arena internacional, lo que tal vez sea posible con las especificaciones derivadas de la escala y de los actores.

La ONU fue originalmente una organización de 50 países europeos y latinoamericanos con apenas diez estados afroasiáticos, entre ellos, la Etiopía de Haile Selassie o el Egipto en tiempos del protectorado británico.

Aquella membresía permitió a Estados Unidos ejercer un control casi absoluto sobre la organización, en especial porque Roosevelt se negó al pedido de Stalin de conceder un voto a cada una de las republicas que formaban la Unión Soviética, accediendo finalmente a asignar esa facultad a Ucrania y Bielorrusia.

Por esa razón la hoy vilipendiada cláusula de la unanimidad entre los miembros permanentes que dio lugar al veto, fue como una rama salvadora para la Unión Soviética, que si bien en la Asamblea General tenía que someterse a los dictados de una mayoría mecánica, en el Consejo de Seguridad se sentía más segura por la posibilidad de poder vetar decisiones inconvenientes, cosa que entre 1945 y 1955 hizo en 77 ocasiones. 

La situación inicial se mantuvo sin cambios sustanciales durante casi 20 años, con la ONU desempeñado con dudosa eficiencia el papel de “policía del mundo” que le había atribuido Roosevelt, hasta que en los años sesenta, de la mano de una generación de líderes fuera de serie encabezada por Nehru, Nasser, Sukarno y Fidel Castro entre otros, los países recién independizados irrumpieron en la arena internacional.  

Cuando en 1961 surgió el  Movimiento No Alineado y en 1964 el Grupo de los 77, el multilateralismo dejó de ser una panacea y aunque durante mucho tiempo Estados Unidos continuó ejerciendo la hegemonía en la ONU, ya no era tan fácil. La expulsión de Taiwán de la organización y del Consejo de Seguridad y la devolución de los legítimos derechos de la República Popular China, fue la primera gran derrota norteamericana en la Asamblea General, que es donde se decide la admisión de nuevos miembros.

En los años setenta, los países subdesarrollados hicieron valer su presencia e incluso decidieron con su voto importantes asuntos en la UNCTAD, las rondas negociadoras del GATT, más tarde de la OMC y, girando contra la voluntad de Washington, en la ONU se alcanzaron pronunciamientos acerca de la necesidad de un Nuevo Orden Económico Internacional, un Nuevo Orden Informativo y otras reivindicaciones.    

Con la caída de la Unión Soviética y el avance hacía el mundo unipolar,  se experimentó una merma en el protagonismo de las fuerzas de izquierda a escala internacional, un reflujo en la actividad del Movimiento No Alineados, procesos que por gravedad, devolvieron a Estados Unidos la hegemonía sobre la ONU y el control sobre el mundo.  

 Fue la diplomacia cubana la que se percató de que el único medio relativamente eficaz para confrontar la influencia norteamericana en los asuntos mundiales, era reforzar la actividad de los organismos internacionales, devolviendo el protagonismo a los pueblos.  

Lo que parecía una inofensiva retórica, subestimada por Estados Unidos, fue abriendo paso a un consenso de fuerzas que solas no representan nada y ni siquiera pueden arriesgarse a desafiar al imperio, cosa que si están dispuestas a hacer integradas y fundidas con la mayoría. 

La insistencia en la necesidad de reformar la ONU, las constantes batallas en la Comisión de Derechos Humanos que terminaron por desacreditar  el foro de Ginebra y la predica por un renacer del Movimiento de Países No Alineados, entre otras acciones, han relanzado el multilateralismo, ocasionando un revés estratégico a la política exterior norteamericana.

El poder de Estados Unidos, inmenso en el Consejo de Seguridad se reduce a cero en la Asamblea General.