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----- Original Message -----
Sent: Saturday, October 07, 2006 10:33 AM
Subject: URUGUAY: EL PVP EXIGE AL EJÉRCITO QUE DIGA LA VERDAD/COMCOSUR AL DÍA.

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COMCOSUR AL DÍA - AÑO 8 - Nº 1272
Sábado 7 de Octubre de 2006
Producción: Andrés Capelán
Coordinación: Carlos Casares y Yessie Macchi
COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
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HOY:
1) BORDABERRY HIJO DEFENDIENDO A SU PADRE, EL DICTADOR,
    Y EL OMINOSO SILENCIO DEL SECRETARIO DE LA PRESIDENCIA
2) BORDABERRY
    QUE LA INOCENCIA LE VALGA
3) SEGUNDO VUELO
    EL PVP EXIGE AL EJÉRCITO QUE DIGA LA VERDAD
4) EL DIARIO EL PAIS Y LA HISTORIA
    ¿QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA?
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EN UN MUNDO DE FALSEDAD UNIVERSAL, DECIR LA VERDAD
ES UN ACTO REVOLUCIONARIO                  GEORGE ORWELL

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1) BORDABERRY HIJO DEFENDIENDO A SU PADRE, EL DICTADOR,
    Y EL OMINOSO SILENCIO DEL SECRETARIO DE LA PRESIDENCIA
 
Taimado, hipócrita, artero, ladino; elija el adjetivo que le guste más y asócielo al nombre de Pedro Bordaberry, que no se va a equivocar.
 
MONTEVIDEO/URUGUAY/07.10.06/COMCOSUR AL DÍA - La operación de inteligencia que desde hace tiempo venía montando Pedro, uno de los hijos del dictador Juan María Bordaberry, tuvo su punto cúlmine el pasado miércoles, cuando el ex ministro y candidato a la Intendencia de Montevideo por el Partido Colorado hizo públicas sendas grabaciones secretas que le realizara al secretario de la Presidencia de la República, Gonzalo Fernández y al senador Rafael Michelini.
 
Bordaberry hijo intentó presentar el contenido de esas grabaciones como prueba de la inocencia de su padre en los asesinatos de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw, ocurridos en Buenos Aires cuando su padre era dictador. Hacía unos meses que el infidente se había alejado de la vida partidaria, y ahora está a la vista el motivo de ese elegido ostracismo: estaba preparando este golpe de efecto.
 
Michelini y Fernández cometieron el error de pensar que podían hablar "en confianza" con Bordaberry hijo. Lo confundieron con un hombre honesto. Pero más allá de esa mutua ingenuidad, hay una diferencia sustancial en lo afirmado por uno y otro en las grabaciones clandestinas. Michelini se limitó a expresar su creencia de que el dictador no fue quien tuvo la idea de asesinar a su padre ("Yo no creo que tu viejo emprendiera acción contra papá", dijo literalmente).
 
Pero cuando Bordaberry hijo le preguntó a Gonzalo Fernández con una candidez literalmente increíble "¿Por qué los mataron a Gutiérrez Ruiz y Michelini?", recibió como respuesta: "Mirá, según dicen por la guita (...) porque se creía que el Toba (Gutiérrez Ruiz) tenía este. los lingotes (.) las libras esterlinas de (la tabacalera) Mailhos (robadas en 1970 por el MLN), que -se decía tenían el Toba, que las tenía-, y por guita que pudiera tener Zelmar del MLN (...) y a mí me cierra que eso haya sido fruto de un operativo de una banda paramilitar que venía y se afanaba todo".
 
Cuatro días después de haber sido difundidas esas palabras, y a casi 20 días de que el semanario Búsqueda las adelantara sin citar su fuente, el secretario de la Presidencia no sólo no las ha ratificado ni rectificado, sino que está "desaparecido". Teóricamente está en el exterior (no se sabe dónde), participando de algún congreso (no se sabe cuál). Pero además, más allá de inocultables malestares y escozores, también desde el gobierno se guarda silencio sobre las afirmaciones de Fernández. No está bien.
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2) BORDABERRY
    QUE LA INOCENCIA LE VALGA
    Samuel Blixen (Brecha)
 
El intento desesperado del hijo del dictador Juan María Bordaberry de lavar la imagen de su padre parece un manotazo de ahogado. La acción de Bordaberry se enmarca en una jugada de mayor alcance destinada a embarrar la cancha. El secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, dio pie a la maniobra.
 
La zancadilla que el ex ministro Pedro Bordaberry (hijo del dictador Juan María Bordaberry) le hizo al senador Rafael Michelini (hijo de Zelmar, asesinado en Buenos Aires en 1976) en el programa Zona urbana, de Canal 10, que conduce el periodista Ignacio Álvarez, completó una operación de inteligencia para interferir en la decisión judicial sobre los homicidios, presionar a los jueces, generar conflictos en la interna del gobierno y apuntalar la impunidad que flaquea.
 
En principio podría estimarse como descabellada la pretensión de probar la "inocencia" de Juan María Bordaberry en todos los episodios aberrantes de la dictadura mientras él ocupaba la Presidencia de la República, y como tal, además, la comandancia suprema de las Fuerzas Armadas. Por acción u omisión, su responsabilidad parece evidente. No obstante, Zona urbana anunció que se proponía difundir las "pruebas" de la inocencia del ex dictador en los asesinatos de Michelini y Gutiérrez Ruiz.
 
Fue una maniobra del peor gusto: durante varios minutos el miércoles 4, ante las cámaras de tevé, Bordaberry hijo sostuvo que Rafael Michelini le había asegurado que Juan María Bordaberry no había emprendido acción contra Zelmar Michelini; y lo desafiaba a que lo desmintiera. Cuando finalmente el senador se hizo presente en el canal, Bordaberry y Álvarez jugaron una carta que tenían en la manga: una grabación clandestina de una conversación privada. Ni Bordaberry ni el periodista alertaron al senador de la existencia de esa grabación, que fue difundida parcialmente, editada y subtitulada. En la grabación se oye a Michelini decir: "Yo no creo que tu viejo emprendiera acción contra papá". Es una frase en una conversación prolongada, de cerca de una hora, que Michelini concedió a Bordaberry sin saber que sería objeto de manipulación.
 
PRÁCTICAS
Esa afirmación bastó para que Bordaberry concluyera que el hijo de Zelmar cree en la inocencia de Bordaberry padre y que por lo tanto miente al acusar al ex dictador ante la justicia. Tomado por sorpresa, el senador Michelini acusó a Bordaberry hijo de haber utilizado las mismas prácticas de la dictadura y aseguró que será la justicia la que determine si el ex dictador es o no responsable por los asesinatos de Buenos Aires. "Yo no soy juez", reiteró una y otra vez, pero dedujo que la actitud de grabar clandestinamente era una comprobación de que los impunes "nunca pensaron que la justicia iba a llegar. Bordaberry era intocable".
 
El montaje del operativo se sustentó en una segunda grabación clandestina de una conversación privada que Bordaberry hijo mantuvo con el secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández. En esa grabación Fernández afirma: "Yo se lo dije al hijo del Toba y a Rafael: el que mató a Michelini y Gutiérrez Ruiz es el 'Paqui' Forese, uno que lo llamaban el oso Paqui, que era un paramilitar o parapolicial de la banda de Aníbal Gordon, del viejo Gordon. Es así. Iban por las libras de Mailhos, que se decía que tenía el Toba, y por guita que pudiera tener Zelmar del mln". En la grabación clandestina Bordaberry hijo pregunta: "¿Y por qué los mataron a Gutiérrez y Michelini?". Contesta Fernández: "Mirá, según dicen, por la guita. Y a mí me cierra que eso haya sido fruto de un operativo de una banda paramilitar que venía y se afanaba todo".
 
Ante cámaras, Bordaberry hijo cerró el círculo: Michelini hijo mintió ante la justicia, cuando promovió el juicio contra el ex dictador; la acusación infundada contra su padre tiene un motivo: Michelini "lucra" con la muerte de Zelmar. Por contrapartida, el secretario de la Presidencia dice la verdad, es decir, el asesinato de Michelini y Gutiérrez Ruiz fue un asunto argentino, y por móviles de dinero.
 
El impacto del programa televisivo fue producto de la trampa que le tendieron a Rafael Michelini y que permitió, con la espectacularidad de las acusaciones ("sos un mentiroso", reiteró una y otra vez el hijo del ex dictador), que sobrevolara la fragilidad y la inconsistencia de las supuestas pruebas de inocencia. Bordaberry no sólo había grabado conversaciones privadas ("vino a verme como un cordero", dijo Michelini) sino que había organizado los detalles de esa emisión 48 horas antes con el periodista Álvarez, quien ante cámaras se justificó diciendo que era éticamente aceptable no haber informado previamente a Michelini.
 
ESLABONES
Pero si Zona urbana fue el último eslabón del operativo (hay quien sugiere que también fue el eslabón inicial), otros capítulos del culebrón tuvieron como protagonistas a otros medios de prensa. Dos semanas atrás el semanario Búsqueda adelantó la información sobre la supuesta autoría argentina de los asesinatos. En un informe de cuatro páginas, Búsqueda atribuyó al secretario de la Presidencia la afirmación de que el argentino Osvaldo Forese fue uno de los asesinos. Las afirmaciones principales de ese informe coinciden casi punto por punto con las partes de las grabaciones difundidas en televisión por Bordaberry y Álvarez. Aunque no es posible afirmar que fuera Bordaberry el informante de Búsqueda, sí queda claro que el hijo del ex dictador venía actuando como espía, abusando de la buena fe de sus interlocutores.
 
Anteriormente, el periodista Álvaro Alfonso, de Últimas Noticias, había afirmado que Gonzalo Fernández había asegurado a algunos militares que "el caso Michelini puede ser negociado". El secretario de la Presidencia desmintió en BRECHA esas y otras afirmaciones contenidas en el libro Encontrando a los desaparecidos. Desde la aparición del informe en Búsqueda, la familia Michelini había reclamado un desmentido de Gonzalo Fernández sobre la supuesta autoría argentina de los asesinatos. Fernández no hizo comentarios, hasta que su voz fue emitida por Canal 10.
 
Objetivamente, las afirmaciones del secretario de la Presidencia fueron el disparador inicial de este operativo de inteligencia que pretende sustentar la inocencia del ex dictador en la autoría argentina de los asesinatos. El trascendido de Búsqueda atribuyendo la afirmación a Fernández fue calificado como una maniobra para desviar el centro de las investigaciones, que avanzan inexorablemente hacia la identificación de los autores materiales y de los autores intelectuales de los homicidios. Se esperaba que el secretario de la Presidencia desmintiera la noticia o que, por contrapartida, aportara las pruebas en que se sustenta la hipótesis.
 
EL SECRETARIO
Pero Gonzalo Fernández no hizo ni una cosa ni la otra. No desmintió pero tampoco aportó pruebas. Tampoco tomó contacto con las autoridades judiciales que llevan adelante la investigación del caso Michelini-Gutiérrez Ruiz. Si el secretario de la Presidencia tiene elementos que puedan encauzar las investigaciones, lo lógico sería que las aportara en sede judicial. Sus afirmaciones, sobre la identidad de los autores materiales y sobre los móviles del crimen, permanecen en el plano de los comentarios extraoficiales. Sin embargo, esos comentarios, tras la difusión de sus palabras en la grabación clandestina, permitieron a Bordaberry hijo intentar llevar la tesis de la inocencia paterna al nivel de evidencia.
 
Gonzalo Fernández sigue manteniendo silencio al cierre de esta edición. En la Presidencia se aseguró a BRECHA que Fernández se encuentra fuera del país, asistiendo a un congreso. Cuando se preguntó en qué país se encuentra y cuál es el congreso, desde la Presidencia se respondió que "no estamos autorizados a brindar esa información". Se sabe que Fernández reiteró los comentarios sobre Osvaldo Forese a varias personas, entre ellas Bordaberry y Rafael Michelini, pero en el caso de este último el comentario fue en el tono de un rumor. A Bordaberry, en cambio, Fernández le afirmó que la historia, que recogió no se sabe dónde, "le cierra". Al menos en la parte de la grabación difundida por Canal 10, no se explica por qué cierra ni qué es lo que cierra.
 
Sin embargo, la "autoría argentina" de los asesinatos de Michelini y Gutiérrez Ruiz tiene una trascendencia que el secretario de la Presidencia no podía desconocer. El nombre de Osvaldo Forese, ya se ha dicho, no es una primicia de las últimas semanas. Hace tiempo que la viuda de Gutiérrez Ruiz lo identificó como el hombre que irrumpió en su apartamento de Buenos Aires, destruyendo la puerta de entrada, junto con un grupo de particulares armados a guerra -entre los que Matilde logró identificar a un uruguayo por su forma de hablar- y que secuestraron a su marido.
 
También era sabido que el operativo que terminó con el secuestro de Michelini en el hotel Liberty contó con el apoyo de efectivos del primer cuerpo del Ejército argentino, que montaron un cerco de varias cuadras; tuvo además la colaboración del Ministerio del Interior, que ordenó a las comisarías y a las patrullas no ingresar en el área del cerco militar para no interferir. Pero ello no lleva necesariamente a concluir que los asesinatos fueron obra de argentinos. Que Forese integrara el grupo del secuestro no significa que hubiera disparado el arma que liquidó a los dos legisladores. Para llegar a esa conclusión se necesitan pruebas. Bordaberry no las exige y Fernández no las aporta.
 
Pero aun más significativa es la segunda parte de las afirmaciones del secretario de la Presidencia: el móvil fue "la guita". Esa explicación, que a Gonzalo Fernández "le cierra", implica, primero, atribuir a los dos legisladores un vínculo orgánico con los tupamaros, al punto de manejar el dinero de la organización clandestina; y, por otra parte, eliminar el móvil político en los asesinatos.
 
Ello supone dejar de lado todo lo que se conoce hasta el momento de la trama de poder y las luchas intestinas en el seno del gobierno de Juan María Bordaberry, que llevaron a los asesinatos de mayo; desconocer la vigilancia policial y militar que los aparatos de inteligencia uruguayos mantenían sobre ambos legisladores, y también sobre el otro exiliado notable, Wilson Ferreira, cuyo secuestro estaba previsto junto con los de Michelini y Gutiérrez Ruiz. Significa desconocer las gestiones que el canciller de Bordaberry, Juan Carlos Blanco, realizó ante la dictadura argentina para que se estrechara el cerco en torno a los dos legisladores y para impedir que pudieran salir del país; supone ignorar la información que manejó en su momento el arzobispo de Montevideo, monseñor Partelli, según la cual los asesinatos de Buenos Aires fueron sometidos a votación en una sesión del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena).
 
El "móvil de la guita" es funcional a la impunidad. Sólo así puede sostenerse la especie de que ningún uruguayo, ni gobernante civil, ni militar, estuvo implicado en los asesinatos; y por extensión, si no hubo motivos políticos, entonces Bordaberry y Juan Carlos Blanco no tuvieron nada que ver en una operación realizada, al parecer, por mafias paramilitares argentinas.
 
Aunque se asegura que este operativo de inteligencia no cambiaría el curso de las investigaciones judiciales, puede comprenderse el afán de Bordaberry hijo por ayudar a su padre, pese a que el intento sea tan traído de los pelos. Lo extraño es que el secretario de la Presidencia permitiera que la afirmación siguiera transitando hasta montar el show televisivo con las grabaciones clandestinas. Para desmontar el móvil político será necesario más que una grabación; serán necesarias pruebas contundentes que el secretario deberá inevitablemente aportar si es que no se inclina por desmentir su propia afirmación.
 
Además de la grosería del montaje televisivo, el episodio ya deja en evidencia al propio gobierno. Uno de los objetivos está a punto de ser alcanzado: generar problemas internos en la Presidencia. Otro, convencer a la población de la inocencia del ex dictador, ya fracasó. El tercero, influir en la justicia, se sabrá pronto qué resultados tuvo, aunque cabe esperar que también fracase.
 
AYUDAMEMORIA PARA PEDRO
. "Defiendo el rigor y la exigencia en los interrogatorios." Esta fue la frase medular que el dictador Juan María Bordaberry escribió en 1975 en respuesta a la carta que le había enviado el profesor canadiense Kenneth Golby pidiéndole que ordenara el cese de la tortura y los malos tratos a los presos políticos uruguayos. Golby escribió esa carta motivado por las denuncias que, desde el Tribunal Russell, en Roma, y después desde Buenos Aires -cuando ya las autoridades de la dictadura no lo dejaban salir de Argentina- había difundido por todo el mundo Zelmar Michelini y que el propio Bordaberry, en su respuesta, no hizo más que confirmar.
 
. Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz fueron secuestrados el 18 de mayo de 1976 y hasta que dos días después aparecieron sus cadáveres, nada se supo de ellos. Hubo gestiones de autoridades de todo el mundo reclamando la aparición con vida de ambos legisladores. Bordaberry no sólo no se solidarizó con los familiares de las víctimas después del 20 de mayo ni condenó los asesinatos, sino que durante esos dos días no hizo gestión alguna y guardó el más absoluto de los silencios.
 
. El 30 de setiembre de 1974 fue asesinado en Buenos Aires el general Carlos Prats, que había sido comandante en jefe del Ejército en Chile durante el gobierno de Salvador Allende. En 1976, el mismo año que Michelini y Gutiérrez Ruiz, fue asesinado el ex presidente boliviano Juan José Torres. En los mismos días que Michelini y Gutiérrez Ruiz, fue secuestrado en la capital argentina el médico uruguayo Manuel Liberoff, que sigue desaparecido. Wilson Ferreira Aldunate apenas pudo escapar a los mismos asesinos de Michelini y Gutiérrez Ruiz y logró asilarse en la embajada de Austria. Parece bastante improbable que todos ellos tuviesen en su poder el oro de los Mailhos u otros fondos de los tupamaros. Además de los testimonios que ha habido sobre cada uno de esos casos y las investigaciones realizadas, es mucho más verosímil pensar que sin la intervención de la dictadura de Jorge Rafael Videla y de las de Chile, Bolivia y Uruguay esos crímenes no hubieran ocurrido.
 
MONTEVIDEO/URUGUAY/07.10.06/COMCOSUR AL DÍA
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3) SEGUNDO VUELO
    EL PVP EXIGE AL EJÉRCITO QUE DIGA LA VERDAD
    (La República)
 
PVP exigió al Ejército la verdad sobre segundo vuelo
 
El secretario general del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), profesor Hugo Cores, exigió ayer al Ejército uruguayo y al gobierno del presidente Tabaré Vázquez que se establezca la verdad de lo ocurrido con los pasajeros del "segundo vuelo" de Orletti, a treinta años de su traslado ilegal a Uruguay.
 
Cores fue el principal orador en un acto realizado por el PVP en una sala del edificio de comisiones del Palacio Legislativo, donde se exhibieron imágenes sobre la situación sufrida en 1976, cuando decenas de uruguayos fueron torturados, secuestrados, asesinados y desaparecidos en Buenos Aires.
 
La proyección destacó en forma particular la serie de investigaciones de este matutino en las que desde 2002 se denunció la existencia de aquel segundo vuelo de Orletti y la certeza de que una veintena de uruguayos secuestrados en Argentina fueron ejecutados y enterrados en Uruguay. En el acto se evidenció, a través de un sonoro aplauso, el apoyo y solidaridad con el senador Rafael Michelini, del Nuevo Espacio, en relación a los agravios sufridos en un programa de televisión por Pedro Bordaberry, el hijo del dictador Juan María Bordaberry, que enfrenta dos juicios por sus crímenes.
 
En el acto, se hizo una dura crítica a Gonzalo Fernández, el secretario de la Presidencia, por sus expresiones sobre la hipótesis de supuestos móviles económicos en el asesinato de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, como en la desaparición de Gerardo Gatti, León Duarte y otras víctimas. "No se puede permitir, porque resulta indignante, que se utilice un lenguaje del lunfardo criminal, para aludir a un grupo de compañeros que fueron muertos o desaparecidos", dijo con tono enérgico Cores, quien reclamó sobre el punto un lenguaje más humano y acotado al derecho.
 
También hablaron Alberto y Sandro, los hijos de los desaparecidos Alberto Mechoso y Adalberto Soba, por cuya "privación de libertad" fue procesado con prisión un grupo de ocho militares y policías acusados de formar una "asociación para delinquir" durante la represión de la dictadura militar.
 
Estuvo presente el prosecretario de la Presidencia, Jorge Vázquez, familiares de uruguayos desaparecidos, víctimas de la represión, legisladores, ediles departamentales, y una delegación de trabajadores de Funsa, empresa que paralizó la actividad industrial para adherir al acto.
 
MONTEVIDEO/URUGUAY/07.10.06/COMCOSUR AL DÍA 
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4) EL DIARIO EL PAIS Y LA HISTORIA
    ¿QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA?
 
MONTEVIDEO/URUGUAY/07.10.06/COMCOSUR AL DÍA - La edición del día de hoy del suplemento Qué Pasa del diario El País, incluye un extenso informe sobre las operaciones en Buenos Aires y Montevideo del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA).
 
La publicación de este informe es doblemente valorable, pues el diario El País no sólo fue el vocero oficioso de la dictadura civil y militar que fundó Juan María Bordaberry y clausuró Gregorio Álvarez, sino porque durante los primeros 20 años de democracia que le siguieron, guardó un escrupuloso silencio sobre estos temas.
 
De todas maneras, hacia el final del artículo el lector puede notar que algunas lealtades quedan todavía, pues mientras se habla directamente de la "dictadura" argentina, a la dictadura uruguaya se la sigue mencionando como "el gobierno cívico-militar". ¡Y sí! Tantos años de complicidad dejan huellas...
 
LA FARSA DEL CHALET SUSY
ANTES Y DESPUÉS DEL PRIMER VUELO DEL 24 DE JULIO DE 1976
Alejandro Pérez (Qué Pasa - El País)
 
Unos 20 militantes fueron secuestrados en Buenos Aires. En Shangrilá se montó la falsa captura de una célula revolucionaria buscando el apoyo financiero de EE.UU. 
 
Invitados por el Servicio de Información de Defensa (SID), casi medio centenar de periodistas nacionales y extranjeros se encontraron, sobre las 11:45 del jueves 28 de octubre de 1976, en el salón principal del Club Naval. Tras un saludo de bienvenida, el anfitrión del evento, el general Amaury Prantl, director del SID, invitó a la prensa a escuchar en vivo el Comunicado Especial de las Fuerzas Armadas Nº 21. El mensaje fue emitido en simultáneo por cadena de radio a la hora 12 y retransmitido por cadena nacional de radio y televisión la misma noche.
 
Un oficial del Ejército uniformado -chaqueta verde oliva, camisa beige, corbata negra y la flor de lis sobre los galones-, de complexión robusta, 1,80 de estatura, cara ancha, casi cuadrada y cortada por una gélida y sarcástica sonrisa, subió a un estrado montado para la ocasión. Se presentó como el mayor José "Nino" Gavazzo, hoy preso por la desaparición de Adalberto Soba.
 
De inmediato leyó el extenso comunicado. Acciones emprendidas por las "Fuerzas Conjuntas desde tiempo atrás (...) han puesto al descubierto un nuevo movimiento subversivo que intentaba operar en nuestro país: el autodeterminado Partido por la Victoria del Pueblo (PVP)". Habló de operaciones en los meses de marzo, julio y setiembre de ese año, que habían permitido la detención "de varios sediciosos ya sometidos a la justicia militar". Agregó que "en los últimos operativos del mes en curso (octubre) fueron capturados 14 de sus integrantes, armamento y profusa documentación".
 
El discurso del militar intentaba transmitir "que la organización tenía como meta fundamental desprestigiar internacionalmente a los gobiernos de Uruguay y Argentina, a la vez que sumir a nuestro país en un clima de violencia como el vivido años atrás". Habló de las "acciones sediciosas" que entre "los años duros" (1967-1972) habían emprendido la OPR 33 (anarquista) y el MLN. El PVP había nacido de la alianza, fundamentalmente, de grupos de acción anarquistas (OPR 33, FAU y ROE) y de una facción del MLN-Tupamaros, denominada Frente Revolucionario de los Trabajadores.
 
El comunicado destacaba la forma en que los "militantes fundadores" de la agrupación antidictatorial habían logrado capitalizarse: el secuestro de un importante comerciante artentino de lanas llamado Federico Hart. La cifra obtenida: diez millones de dólares. Lo que no decía el comunicado pero Gavazzo lo confesó ahora ante la Justicia, es que él trajo de Buenos Aires una valija con dinero de ese secuestro. Una cifra cercana a 1.200.000 dólares, según dijo.
 
Al final del comunicado N° 21 se informaba de los supuestos operativos que se habían llevado a cabo contra los militantes del PVP que estaban operando en Uruguay. En esa afirmación radicaba quizás la primera gran mentira de una serie de farsas planeadas por militares uruguayos para "blanquear" la situación de 24 uruguayos que habían sido secuestrados en Argentina y devueltos al país en el llamado "primer vuelo".
 
Los "sediciosos" que supuestamente estaban operando en Uruguay, habían sido torturados en el centro clandestino de detención argentino Automotores Orletti. Eran 24 personas: Sergio López Burgos, Sara Méndez, Asilú Maceiro, María Rama, Ariel Soto, Ana Salvo, Marta Petrides, Víctor Lubián, Ana Inés Quadros, Gastón Zina, Cecilia Gayoso, María Soliño, Alicia Cadenas, Edelweis Zahn, Elizabeth Pérez, Jorge González, Margarita Michelini, Raúl Altuna, Eduardo Dean, Laura Anzalone, José Félix Díaz, Raquel Nogueira, Enrique Rodríguez Martínez y su padre Enrique Rodríguez Larreta.
 
Además, una ex militante del PVP que no toleró la tortura y colaboró con los militares, María del Pilar Nores, compartió hasta cierto punto y en condiciones mucho más favorables, el periplo de este grupo en Argentina y Uruguay. Nores, no volvió al país en el "primer vuelo" sino en un vuelo comercial. Más tarde Félix Díaz y su pareja Laura Anzalone, también llegaron a un acuerdo con los militares.
 
UN ARSENAL DE RUMORES
Volviendo a la versión oficial del momento, Gavazzo afirmó que habían allanado un chalet en la Costa de Oro, en Shangrilá, en la intersección de Avenida de las Américas y Santa Bernardita, "donde se estaba realizando una reunión de coordinación y planificación de actividades en nuestro territorio". "En el lugar se incautó numerosa cantidad de propaganda subversiva. También se constató que en el piso de una estufa de la casa fue construido un berretín ciego, donde fueron encontradas cuatro pistolas 9 mm, dos calibre 45, dos calibre 38, dos subametralladoras y dos escopetas calibre doce".
 
Enseguida aclaró que "el armamento encontrado no pertenecía al grupo detenido en la casa, ni era de su conocimiento la existencia del mismo". La aclaración era extraña: ¿por qué el grupo ignoraba la existencia de las armas si el comunicado siempre manejó que se trataba de una agrupación guerrillera? Esto tenía explicación en el contexto de una parodia que se descubrió más tarde.
 
Luego de la disertación de Gavazzo, el director del SID invitó a un "almuerzo de confraternidad". En la mesa el general Prantl tomó la palabra y, según El País del 29 de octubre, expresó "su beneplácito por la presencia de los representantes de calificados órganos de difusión internacional e hizo votos para que se llevaran una imagen fiel y desprejuiciada del Uruguay, distinta a la que estaban divulgando en el exterior rumores mal intencionados". "Nuestro pueblo tiene una gran vocación de libertad, justicia y paz y las Fuerzas Armadas lo sienten igual porque son de la misma extracción".
 
El broche de oro fue el traslado de los invitados desde Carrasco a Shangrilá, para que vieran con sus propios ojos dónde se habían realizado los operativos. Era un típico chalet de playa de los años cincuenta del siglo pasado. Techo a dos aguas, tejas americanas y un frente decorado con friso de piedra laja y revestido con ladrillos colorados. Sus dueños lo habían bautizado Susy. La crónica de El País narra que apenas llegaron, los periodistas fueron conducidos hasta una estufa a leña de la finca donde les mostraron un berretín con las armas supuestamente incautadas.
 
Luego el director del SID ofreció a la prensa nada más y nada menos que el "desfile de los 14 sediciosos detenidos desde la finca al camión celular del Ejército, que los conducirá a la cárcel donde tendrán un trato humanitario", concluye la crónica. Con mirada de hastío y desgano, fueron fotografiados uno a uno y en primer plano López Burgos, Méndez, Maceiro, Rama, Soto, Salvo, Petrides, Lubián, Quadros, Zina, Gayoso, Soliño, Cadenas y Zahn.
 
LAS CONDICIONES DEL GANADOR
Antes del comunicado N° 21, para que todo llegara a las primeras planas de los diarios y a los cables internacionales tal como lo tenía planeado, Gavazzo planificó una sobria puesta en escena. El sábado 23 de octubre de 1976 el chalet "Susy" estaba ocupado y, asado de por medio, la calma reinó en la casa y en el balneario hasta cerca de las 17 horas. Lo que realmente acontecía puertas adentro se conoce gracias a los testimonios de los actores obligados, que contaron todo en el marco de una denuncia de Enrique Rodríguez Larreta por "Violación de domicilio, privación de libertad, torturas..." presentada en abril de 1985 ante la justicia penal uruguaya.
 
"El sábado 23 de octubre de 1976 -recordó Sara Méndez- fuimos trasladados cinco de los detenidos (López Burgos, Maceiro, Quadros, Rama y Méndez) a la casa de Shangrilá desde la mañana. Ahí se nos dice que por la tarde se va a producir la falsa detención. Quien nos informa los detalles es el capitán Ricardo Medina. En las primeras horas de la mañana se prepara un asado para que seamos vistos por los ocupantes de las casas linderas. Aproximadamente a las 15 horas, se nos hace entrar y se nos dice que a las 17 horas van a llegar a detenernos, que va a ser muy espectacular, que no salgamos de la casa porque salvo las personas que van a entrar, nadie sabe que es un falso operativo y tienen orden de tirar. A las cinco de la tarde comienzan a llegar camiones del Ejército y vehículos con sirena abierta. Quien dirige el operativo es el capitán Pedro Mattos. Ahí lo que hacen es romper cosas de la casa, dándole características de un procedimiento de allanamiento común. Por lo dicho por
 Matto
s: ´no nos podemos olvidar de llevar algo. ¡Porque, dónde se ha visto que un procedimiento no nos llevemos algo!´. Todo se da en un ambiente de risa, en la medida que era una gran comedia. Ahí nos vendan y nos esposan. Nunca supe con qué finalidad salen en igual condición que nosotros un soldado y un capitán, también vendados y esposados. Uno de ellos era Ricardo Medina, el otro un soldado".
 
Ese mismo sábado pero de noche, 18 de Julio concentraba la vida nocturna de la ciudad. La gente llenaba cines, bares y pizzerías. Sobre las 23 horas, el escenario cambió repentinamente. El ulular de las sirenas invade todo. Motos, "chanchitas" y "roperos" de las Fuerzas Conjuntas irrumpen por varias calles a la vez y rodean algunos hoteles. Los efectivos militares, correctamente uniformados, sacaban a empujones de los hoteles copados a varios civiles encapuchados.
 
Rodríguez Larreta dio a conocer detalles del episodio: "Según el comunicado hecho público posteriormente, ese día por la noche (el 23 de octubre de 1976) fueron detenidos en hoteles del centro de Montevideo nueve secuestrados (Salvo, Pertrides, Gayoso, Soliño, Cadenas, Zhan, Soto, Zina y Lubian) que serían enjuiciados por asistencia a la asociación. Pero esas personas nunca salieron de la celda donde estábamos. Quienes se registraron en los hoteles con los supuestos documentos falsos fueron policías militares femeninos y soldados de la División `300` del SID".
 
Cronológicamente, el tercer acto del gran montaje armado para la opinión pública volvió a trasladar la atención al chalet. Fue la sesión fotográfica. El jueves 28 de octubre, el día del comunicado 21, 14 de los detenidos fueron trasladados desde la casona del SID, en Bulevar Artigas y Palmar, en camión militar para ser exhibidos ante la prensa nacional y extranjera en Shangrilá.
 
EL ESTILO DINARP
La Dinarp (Dirección Nacional de Prensa) se encargó, como era su costumbre en la época, de la promoción de este evento que pasaría a la historia como el mayor show publicitario de la dictadura uruguaya. Por la hora en que se divulgó el comunicado Nº 21, quienes aprovecharon la primicia fueron los vespertinos.
 
Los lectores de El Diario se llevaron una gran sorpresa. Acostumbrados a impactantes titulares sobre la presencia de OVNIS que dejaban huellas circulares donde crecían hongos fantásticos, ese 28 de octubre debieron enfrentarse a titulares que en grandes letras negras rezaban "Duro Golpe contra nuevo brote subversivo", "Caen 62 sediciosos" y "Shangrilá: desbaratan base y les incautan armamento". Además, aparecía la foto de 14 "sediciosos" y figuraba la trascripción del comunicado.
 
También los matutinos del viernes 29 de octubre de 1976 amanecieron con primeras planas dedicadas al operativo montado en Shangrilá. Los titulares fueron muy similares. Sólo puede advertirse un cambio en el orden de las palabras, lo que indica algo común en ese entonces: toda la información salió de la Dinarp.
 
No se decía nada del procedimiento en Shangrilá el 23 de octubre, cuando cinco de los secuestrados comieron un asado y luego fueron "detenidos". Menos aún de las detenciones que el Ejército había realizado en pleno centro de Montevideo esa misma noche. En ese momento la prensa contó la versión oficial. La verdad se conoció mucho después, sin embargo, aquel mensaje sigue planteando interrogantes.
 
¿Por qué se hablaba de 62 sediciosos detenidos, cuando en el "primer vuelo" habían venido sólo 24 personas cuya aparición debía ser "blanqueada"? Los sobrevivientes de ese vuelo clandestino sospechan que la idea de los militares era armar un paquete más grande con todos los militantes del PVP detenidos en diversas instancias, en Uruguay y Argentina, incluso los que se supone que viajaron en el "segundo vuelo". Eso no pasó, y una de las mayores interrogantes es por qué los del "primer vuelo" viven y los del "segundo vuelo" fueron ejecutados, según la versión que maneja el secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández.
 
OSCAR VA, OSCAR VIENE
Detrás de la parodia armada con objetivos que varían de acuerdo a las distintas versiones, lo que realmente ocurrió fue que a comienzos de 1976 las Fuerzas Conjuntas uruguayas cruzaron a Buenos Aires para ocuparse de los que se les había escapado durante la persecución política en territorio nacional.
 
Los "Oscares", como se auto designaban los integrantes del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA), y los "300", como se apodaban los integrantes del Departamento III de Operaciones del SID, comenzaron a operar desde una misma base: la llamada Automotores Orletti, que estaba a cargo de Aníbal Gordon, alias "el Jovato". Desde ese lugar, los agentes SID, cuyo jefe operativo era el mayor Gavazzo, o "302", lanzaron su plan de desarticulación de la flamante agrupación antidictatorial. El PVP nació en un congreso celebrado en Buenos Aires en julio de 1975. Para capitalizarse, los fundadores de la organización habían incursionado en el secuestro extorsivo y así obtuvieron diez millones de dólares.
 
El "Plan Ceibo", como designaron los "300" a la desarticulación del PVP, se inició el 9 de junio de 1976 con un gran golpe: la detención en su domicilio de Gerardo Gatti, el presidente del PVP. A partir de entonces, gracias a la pinchadura en serie de teléfonos y a la información que obtenían en los "interrogatorios" de quienes iban cayendo, lograron detener a más de 20 refugiados políticos en menos de 45 días. Los detalles se conocen gracias a los testimonios de los que sobrevivieron.
 
Los "procedimientos" fueron similares para todos. Una "patota" o "grupo de tareas" conformada por militares vestidos de civil y a cargo generalmente de los mayores Gavazzo o Cordero (303) detenía a los uruguayos en sus casas a altas horas de la madrugada, o en la vía pública, a veces bares y cafeterías, a la vista de todo el mundo. Luego los llevaban a Orletti. "Es el 13 de julio de 1976. Golpean, y como no abrimos la puerta, rompen los vidrios primero y luego la cerradura. Si bien entran muchas personas, veo a Gavazzo que da las órdenes. Me pregunta si lo conozco y se presenta como el mayor Gavazzo", recordó Sara Méndez.
 
En tanto, ese mismo día y tal vez a la misma hora, otro "grupo de tareas" cayó en un cafetín del centro porteño: "a las 21:00 horas me encontraba en una cafetería de la calle Boedo en compañía de León Duarte. De pronto entra al local un grupo de diez a 12 personas y al acercarse a nosotros sacan armas de grueso calibre y nos encañonan. Pudimos reconocer al mayor del Ejército uruguayo Manuel Cordero. De inmediato comenzamos a gritar que nos secuestraban oficiales del Ejército uruguayo y que éramos sindicalistas", declaró ya en democracia Sergio López Burgos. Una vez en Orletti, los cautivos eran recibidos por Gordon, quien les pedía los datos personales y les colgaba un número al cuello. A partir de ese momento comenzaba el infierno.
 
DERECHOS Y HUMANOS
Los sobrevivientes afirman que las sesiones de tortura tenían lugar en una sala del entrepiso, donde el único decorado era una foto de Adolf Hitler. Allí se colgaba a los detenidos con los brazos hacia atrás y se les colocaba una especie de tapa rabos con varias terminaciones eléctricas, a lo que denominaban la "máquina". Las descargas eran intercaladas con sesiones de submarino, o sea la asfixia sumergiendo la cabeza en agua o colocándola en una bolsa de nylon.
 
Quienes aplicaban los castigos eran militares argentinos. "Pero en los interrogatorios y torturas participaron directamente oficiales del Ejército uruguayo", denunció Rodríguez Larreta a poco de ser liberado, en marzo de 1977, ante Amnistía Internacional. En esa denuncia señaló con nombre, apellido y número clave a varios agentes del SID y también de la OCOA. Las "jornadas" de tortura se iniciaban al caer la tarde y duraban hasta entrada la medianoche. Las radios sonaban a todo volumen, pero los gritos desgarradores las superaban. "Llegada la noche, bajaban dos o tres torturadores y al grito de `vamos pa´barri a ver al Dr. Colgatelli` subían a uno y a otro", recordó Alicia Cadenas.
 
Abajo, en planta, donde los secuestrados permanecían la mayor parte del tiempo, la suerte no era mucho mejor. Los uruguayos llegaron a ser cerca de 30. En todo momento soportaron fríos intensos tirados sobre unas sucias colchonetas. Siempre estuvieron compartimentados y maniatados, a la espera de ser llamados para un nuevo interrogatorio. Sólo María del Pilar Nores, que cayó el mismo día que Gerardo Gatti y había claudicado ante las torturas, gozaba de una habitación aparte.
 
LA BANDA PELADA
En medio de la represión del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) en la orilla vecina, militares uruguayos y argentinos negociaron con el sindicalista uruguayo Washington Pérez para liberar a dos de los principales dirigentes detenidos en Automotores Orletti, Gerardo Gatti y León Duarte. Los represores sabían que la agrupación había obtenido diez millones de dólares de un secuestro. A cuatro días de secuestrado Gatti, "la patota de Gordon" buscó y condujo a Orletti a Washington Pérez, otro militante del PVP.
 
Allí el "Perro", como le decían, comprobó que se encontraban reunidos entre otros Aníbal Gordon, jefe de Orletti, los mayores uruguayos José Gavazzo, Manuel Cordero y Jorge Silveira y el comisario de inteligencia Hugo Campos Hermida. Le mostraron a Gatti, quien estaba maltrecho por la tortura, y le dijeron que sería liberado a cambio de dos millones de dólares.
 
Los dirigentes todavía libres del PVP pidieron pruebas materiales del estado del secuestrado y así se explica una foto en Orletti de Gatti junto a Pérez y a un diario La Tarde con fecha del día. Luego se pidió una carta de puño y letra de Gatti y los secuestradores comenzaron a impacientarse. Pérez relató que entonces Campos Hermida le dijo que apurara los trámites porque, confesó,: "La banda anda preocupada, medio pelada".
 
Las negociaciones se frustraron. A los días "la banda" volvió a interceptar a Pérez para llevarlo a Orletti. Tenían otro negocio: la liberación de Duarte y cuatro gremialistas por tres millones de dólares. Al despedirse de Pérez, Duarte le dijo: "Rajá Perro que éstos son unos asesinos".
 
EL REGRESO
Cuando los militantes del PVP llevaban casi un mes secuestrados, soportando todo tipo de torturas, fueron misteriosamente seleccionados para ser repatriados o extraditados en forma completamente ilegal. Eran uruguayos denunciados por sus familiares como "desaparecidos" en Argentina y fueron embarcados en un pequeño avión Fairchild -utilizado como avión de línea por Pluna- que salió de Aeroparque el 26 de julio de 1976 a las 23 horas, y llegó a Carrasco 45 minutos después.
 
La "compartimentación" (venda en los ojos) con la que viajaron y aterrizaron en Uruguay impedía ver a los secuestrados, pero no era infalible. Por eso, los hombres del SID colocaron gruesas frazadas en los ventanales del nuevo centro de reclusión donde permanecerían los secuestrados, ahora en Uruguay. Igual, el olor típico de la playa se colaba por las rendijas. Las mujeres fueron alojadas en la planta baja. Los hombres en una habitación de arriba. A todos se les permitió tomar una ducha y comprobaron que el baño era de una casa lujosa. "Llegamos a un lugar, una casa de dos plantas y ahí por primera vez me pude bañar", recordó Jorge González en 1985.
 
Enrique Rodríguez Martínez se percató, "por haber vivido muchos años en la zona" y "por la inconfundible subida de Coimbra", de que estaban en Punta Gorda. Era el centro clandestino de detención de Rambla República de México 5515, casi pegado al Hotel Oceanía. La Dictadura usó la misma casa como centro de reclusión cuando desbarató el Partido Comunista en 1975. Tras una corta estadía ahí, llegaron a la "casona" del SID en Bulevar Artigas 1488. Los recibió Gavazzo y les dijo que "estaban en poder de los servicios especiales de seguridad uruguayos", que les habían salvado la vida, puesto que los "asesinos argentinos los querían mandar a tocar el arpa con San Pedro".
 
 
VIAJANDO CON JOSÉ NINO
Con el corazón palpitándole fuerte, Beatriz Castellonese de Mechoso debió sacudir la cabeza para entender lo que estaba viendo en televisión: el mayor José "Nino" Gavazzo leía el Comunicado Especial Nº 21. En ese momento, por primera vez, pudo unir rostro con nombre y descubrir que ese hombre era el mismo que había secuestrado a su marido, Alberto Mechoso, y que había ocupado su lugar cuando la trajo con sus dos hijos desde Buenos Aires.
 
Ese rostro cuadrado de gélida sonrisa, que con voz grave y pausada leía párrafo a párrafo el informe era, sin duda, el de la persona que había llegado a su casa de la calle Miralla, en Buenos Aires, junto a una verdadera patota armada, provista de picos y macetas.
 
"El 26 de agosto de 1976, a las 15 horas, golpearon en mi casa. Al abrir me encuentro con infinidad de policías; bajaban de los techos, saltaban desde las casas vecinas, habían rodeado todo. Allí me di cuenta que era un procedimiento conjunto de la policía uruguaya y argentina. Entraron, estaban armados y de particular, algunos entraron con picos y macetas, destrozaron todo, no sé qué buscaban", recordó Castellonese en un testimonio brindado en Suecia.
 
Una vez que el alboroto cesó, cuando seguramente ya habían descubierto el "tesoro" del PVP -serían seis millones y medio de dólares que quedaban de los diez del secuestro del empresario argentino Hart- cuya existencia Beatriz ignoraba, Gavazzo fue a la pieza donde permanecían ella y sus dos hijos pequeños para tranquilizarla. "Me dijo que no tuviera miedo, que no me iba a pasar nada, que ya habían detenido a mi esposo. Que mi esposo era un gran tipo pues había soportado de todo sin cantar nada".
 
Beatriz y los niños fueron llevados a otro domicilio particular. Allí Gavazzo volvió reunirse con ella y le dijo que tenía que resolver su futuro y le planteó tres posibilidades: volverse a Montevideo, quedarse en Buenos Aires o viajar a Suecia. Al día siguiente, el 27 de setiembre, Gavazzo condujo a Mechoso a ese domicilio y lo dejó entrevistarse con Beatriz y sus hijos. Abatido por la tortura, el militante acordó con su esposa que lo mejor era Montevideo. Entre dientes le dijo que quien lo había detenido era el "mayor Gavazzo de Uruguay". Esa noche Gavazzo trasladó a Montevideo a Beatriz y sus dos hijos en Pluna. Por alguna razón misteriosa, el militar les advirtió en Aeroparque que no intentaran nada, que él iba a "hacerse pasar por mi esposo y padre de las criaturas", relató Castellonese.
 
Una vez en Montevideo, los llevó a una nueva habitación donde iban a permanecer unos días. "Allí le digo a esa persona, el mismo que hizo el allanamiento, que quiero hablar con el mayor Gavazzo y me dice que no tiene el gusto de conocerlo y que no sabe quién es tampoco", dijo Castellonese en su declaración ante la Justicia uruguaya en 1985. El juez le preguntó cuándo y cómo ella había identificado al militar como Gavazzo. Ella relató aquella tarde de octubre mirando televisión en la casa de su cuñado.
 
 
TE LO DIGO YO
Se iniciaron las "negociaciones". Rodríguez Larreta narró en su denuncia que Gavazzo se reunió con todos a fines de agosto de 1976, y les dijo que, en compensación por haberlos salvado, debían simular ser una columna guerrillera que iba a ser capturada por el Ejército cuando pretendía ingresar al país a la altura del Río Negro. A cambio recibirían entre 20 y 30 años de cárcel per cápita. El mayor tenía listas las actas de las "supuestas" declaraciones de cada uno de ellos, para que las firmaran, así, sin leerlas. Los secuestrados se negaron.
 
Gavazzo, entonces, se retiró. No sin antes recordarles que los 22 -Félix Díaz y Laura Anzalone ya tenían un arreglo al igual que Nores-, estaban a su merced porque a todos se los tenían como "secuestrados/desaparecidos" en Argentina. Volvió al día siguiente y para amedrentarlos sacó del grupo a Michelini y su esposo Altuna y dijo "que los iba a matar con sus propias manos" por ser los mentores de la negativa en que se mantenía el grupo. No cumplió su palabra. Tampoco logró amedrentar al resto. La negativa se mantuvo.
 
El 1° de setiembre Gavazzo volvió a reunirse con ellos y les dijo que olvidaran la columna guerrillera. Ahora tenían que simular ser detenidos en una casa céntrica de Montevideo, donde el Ejército iba a incautar mucho armamento. De lo contrario, les aseguró, no tendría más alternativa que llevarlos de nuevo a Buenos Aires. O sea, a la muerte. Los 22 volvieron a negarse. Rodríguez Larreta recordó que el "302" volvió a reunirlos al día siguiente, 2 de setiembre. Con muy mala cara y con el tono violento e imperativo que tanto le habían escuchado en Orletti, les dijo que si seguían en esa tesitura iba a hacer entrar a dos soldados que venían con él y que lo obedecían como perros. Bastaba con decirles "tiren", para que los fusilaran a todos. Les pidió reflexión. Pero los secuestrados no accedieron.
 
A partir de entonces, Gavazzo empezó a entrevistarse por separado con cada uno para encontrar una solución que conformara a todos, según coinciden los testimonios de los sobrevivientes. El 25 de setiembre logró un entendimiento con 14 militantes. Se los iba a detener en una casa de la Costa de Oro, donde iban a simular estabar reunidos. El mayor les quería hacer entender a toda costa que era necesario que hubiera armas en la finca para darle mayor trascendencia. Los 14 se negaban tajantemente, ellos nunca habían tocado un arma. El "302" finalmente accedió a lo solicitado y en un párrafo aparte del Comunicado Nº 21 dejó bien claro que las armas eran desconocidas y ajenas a los 14. "A esa altura de los hechos el resto de mis compañeros y yo comenzamos a advertir que algún hecho exterior estaba urgiendo a Gavazzo a encontrar una solución a nuestro caso", recordó Rodríguez Larreta.
 
PARA FORD QUE LO MIRA POR TV
Distintas versiones indican que lo que ignoraban Rodríguez Larreta y sus 21 compañeros de cautiverio era que el gobierno cívico militar se jugaba las últimas cartas para recuperar los casi tres millones de dólares que se les acaban de esfumar de sus manos por culpa de los parlamentarios norteamericanos.
 
Una denuncia de Wilson Ferreira en el Congreso estadounidense había sido la gota que derramó el vaso para inclinar a los parlamentarios de ese país a pedir informes a Amnistía sobre la situación de los derechos humanos en Uruguay. Los informes fueron pésimos. Una ley aprobada por el Congreso a fines de 1975 autorizaba al Poder Legislativo de Estados Unidos a reducir o suprimir los planes de beneficencia económica a países que no respetaran los derechos humanos.
 
Una versión manejada por el periodista Samuel Blixen en su libro El vientre del Cóndor señala que el entonces embajador de Estados Unidos en Uruguay, Ernest Siracusa, un ex agente de la CIA, sugirió al gobierno cívico militar uruguayo que montara un espectáculo "sensacionalista" que hiciera creer a los parlamentarios estadounidenses que la "subversión apatrida y comunista", aún se hacía sentir en el "paisito". El 29 de setiembre de 1976, un diputado demócrata, Edward Koch, había presentado una enmienda ante el Congreso solicitando el corte de la ayuda militar a Uruguay. Dos días después fue ratificada por el presidente Gerald Ford, justo en los días decisivos de su competencia elecionaria con el candidato Jimmy Carter.
 
"Evidentemente todo esto que se nos propuso se constituyó en una maniobra para que Uruguay no perdiera esa ayuda económica o militar", reflexionó años después Rodríguez Larreta. "El 4 de agosto de 1976 en las actas del Senado estadounidense un funcionario llamado Ryan, del Departamento de Estado, defiende a Uruguay y anuncia que está en peligro de ser invadido, porque ha sido detectado un grupo terrorista en Buenos Aires que pertenecía a la organización OPR 33. Eso que se dice el 4 de agosto, es lo que se nos propone el 26 de agosto estando prisioneros".
 
LIBERADOS Y PROCESADOS
Por supuesto que Nores, Félix Díaz y Anzalone fueron liberados, sus acuerdos previos se lo aseguraban. En tanto, la suerte de los otros 22 secuestrados fue variada. No bien "legalizados" por el mismo gobierno que los había secuestrado y desaparecido en Buenos Aires, las 14 personas supuestamente detenidas en el Chalet "Susy" y en los hoteles céntricos, fueron a la cárcel por delitos vinculados a la sedición. De los ocho restantes, seis también fueron derivados a distintos centros de reclusión militar, por delitos más leves. De ese grupo sólo dos personas recuperaron su libertad, tras permanecer casi medio año en cautiverio.
 
Enrique Rodríguez Larreta fue uno de ellos. Había "cruzado el charco" el 1° de julio, alertado por su nuera de que habían secuestrado a su hijo. Luego de entrevistarse con todo tipo de autoridades, él también fue secuestrado y llevado a Orletti junto con su nuera. Discutió largo y tendido su suerte con Gavazzo hasta que lo convenció de ponerlo en libertad ya que no había ni el más mínimo cargo en su contra. Una vez que lo liberaron, el 22 diciembre de 1976, viajó a Buenos Aires y denunció su periplo ante autoridades de la ONU. En marzo de 1977 denunció lo sucedido ante Amnistía Internacional, y Luego se refugió en Suecia, hasta la reapertura democrática latinoamericana.
 
Caída la dictadura en Argentina, Rodríguez retornó a Buenos Aires para presentar su denuncia ante la Justicia. En abril de 1985 regresó a Montevideo, e hizo lo mismo ante los tribunales uruguayos. Elizabeth Pérez también fue puesta en libertad. Su marido, Jorge González, ajeno al PVP y apenas vinculado a personas que habían militado en el MLN-T no tuvo la misma suerte. Gavazzo, según su testimonio ante la Justicia en 1985, le hizo firmar un acta en la que se hacía responsable de traer una carta para un miembro del MLN, sin saber el contenido de la misma ni que era gente ligada al movimiento tupamaro. A cambio le propuso un año de prisión. Pero Jorge ingresó en diciembre de 1976 al Penal de Libertad y salió recién en 1981. El gobierno cívico-militar uruguayo nunca más recuperó el beneficio de la ayuda militar que el gobierno de Estados Unidos le destinaba año tras año.
 
MONTEVIDEO/URUGUAY/07.10.06/COMCOSUR AL DÍA
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AYUDEMOS A CLARA A ENCONTRAR A VICTORIA

Victoria, la hermana de Clara Petrakos, nació en 1977 en la cárcel
Clandestina de la dictadura argentina conocida como El Pozo de
Banfield. Los represores la secuestraron y nadie sabe donde está
o cual es su nombre. Clara tiene la esperanza de que haciendo
circular su foto y la de sus padres, Victoria pueda reconocer el
parecido y averiguar sobre su pasado. Ayudemos a que estas
hermanas se reencuentren haciendo circular esta foto:
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